En el marco de la celebración mundial del Día del Síndrome de Down, necesitamos que Chile reflexione, como sociedad, qué vamos a hacer para que este sea un país inclusivo. Pero inclusivo de verdad, no en la superficie, no para “cumplir” con la próxima ley de cuotas. El empresariado debe tomar un apostura, desde lo profundo, y debe decidir hasta dónde están dispuestos a llegar para hacer que las personas con discapacidad, física o mental, encuentren las oportunidades que buscan.
Para lograrlo, lo primero es comprender que contratar a una persona con discapacidad para trabajar en una organización por cumplir con una responsabilidad social o con la ley no es inclusión, es maquillaje. ¿Qué tipo de inclusión real existe si es que aún no se deroga el artículo 16 de la ley 18.600 que dice que a las personas con discapacidad mental se les puede pagar menos del sueldo mínimo?
La inclusión no depende del gobierno de turno ni de las empresas ni de la sociedad civil, depende de cada uno de nosotros. La es clave comenzar a ver los estereotipos que como sociedad Chile ha construido respecto de la discapacidad. ¿Sabemos quiénes son y lo que buscan? Lamentablemente ninguna ley nos puede obligar a ver al otro como un igual.
María José Escudero
Directora Ejecutiva Fundación Ronda
CARTA AL DIRECTOR