El pasado domingo se conmemoraron 31 años de la tragedia ocurrida en el río Aconcagua y que costara la vida a cuatro integrantes del Cuerpo de Bomberos de Los Andes, cuando arriba de una balsa realizaban labores de rescate de un chofer cuyo camión se había precipitado al cauce.
HISTORIA
Fue aquel 25 de noviembre de 1987, cuando a las 09:00 de la mañana, el Cuerpo de Bomberos de Los Andes hacía un llamado de comandancia. El motivo de éste, era rastrear en las caudalosas aguas del río Aconcagua, el cuerpo del camionero Raúl Guzmán Díaz, un joven de 23 años, quien supuestamente habría caído en ellas, unos días antes, específicamente a la altura de río Colorado.
Ante la emergencia y atendido los conocimientos del Grupo de Especialidades de la Primera Compañía de Bomberos de Los Andes, “Bomba Andes”, es autorizado su despacho para efectuar el rastreo y eventual rescate de la persona accidentada.
Al mando del operativo se encontraba el instructor de canotaje Gregorio Díaz Flores, el cual era acompañado por el oficial Guillermo Muñoz Rojas, quien ostentaba el cargo de ayudante de compañía y de los voluntarios Luis Mardones Mardones, Andrés Améstica Herrera, Carlos Rombado López y Marcos Fernández Cortés.
Alrededor de las 10:00 horas del mismo día, se da inicio a la operación de rastreo, comenzando en el sector del puente Las Vizcachas, donde el equipo de especialistas se arroja en su balsa a las caudalosas aguas del río, con un solo fin, el cual era recuperar el cuerpo del camionero.
Pero a las 10:30 horas, a sólo treinta minutos de haberse iniciado el operativo, nuevamente se hace sentir un llamado de Comandancia, pero esta vez el resonar de la sirena era diferente… era incesante… era ensordecedor…era un grito de desesperación, un resonar agudo que apretaba el corazón… lo que anunciaba era una desgracia….era un llamado de auxilio y tristeza… algo pasaba con nuestros compañeros del grupo de especialidades…
Con desgarro en el alma se comunicaba la noticia, el río les había traicionado en su misión, la frágil embarcación que tripulaban nuestros compañeros, había zozobrado ante las torrentosas aguas y el equipo de especialistas había caído al caudal.
Era necesario comenzar el operativo de rescate inmediatamente, ya que solo Luis y Marcos lograban alcanzar la orilla y estar a salvo a pocos metros de la ocurrencia del fatídico accidente.
Pero Gregorio, Guillermo, Andrés y Carlos no pudieron con la fuerte corriente que llevaba el caudal del río, siendo superados por la fuerza de la naturaleza, no logrando llegar a un lugar seguro para ponerse a salvo.
Su presencia terrenal nos era arrebatada, solo nos quedaba la más triste tarea encomendada, recuperar sus cuerpos, para entregarlos a su familia y rendirles el homenaje que todos los héroes y valientes Caballeros del Fuego, se merecen.
Fueron largas las horas de bregar con la naturaleza, pero el cansancio, la fatiga y la tristeza, nunca nos desanimaron, debíamos luchar hasta dar con nuestros compañeros. Pero en este batallar no estuvimos solos, la ciudadanía en general se hizo parte del operativo, lo que nos alentaba a mantenernos en pie. Fueron largas las horas, hasta que al fin se logró ganarle al río y tener entre nuestros tristes brazos los cuerpos de aquellos grandes hombres.
Era hora de darles santa sepultura y rendirle los honores que los mártires se merecen. No hubo bombero, ni andino que no llorara su partida. Eran jóvenes, que fiel al compromiso de servir en forma noble y desinteresada a la comunidad, terminaron entregando su vida en el deber cumplido.
Toda la ciudadanía andina y la familia bomberil de Chile, quería despedirlos. Para ellos eran héroes, pero para nosotros eran más que eso… eran hermanos, amigos, compañeros y cofrades, de los que ahora debíamos seguir su ejemplo de vida.
Hoy nuestros compañeros son parte de la Gran Compañía Celestial, se encuentran junto al Gran Hacedor, y es desde ese sitial que hoy debemos honrarlos…. que su recuerdo sea siempre motivo de orgullo para todos quienes somos parte de esta Gran Primera Compañía de Bomberos de Los Andes “Bomba Andes”…. que su partida y legado nos ilumine en el camino de ser los mejores, y en el servir a la Patria incluso hipotecando nuestras vidas.
(Relato institucional de la Primera Compañía de Bomberos de Los Andes)