“Sería una irresponsabilidad no anticiparnos a los riesgos que trae aparejado el cambio climático”
Por Octavio Arellano Zelaya
Concejal y ex Alcalde de Los Andes
(Quinta parte y final)
No cabe duda que para su implementación habrá que apelar a la entrega de fondos fiscales y regionales, especialmente del Ministerio del Medio Ambiente, lo que no excluye el deber de las empresas públicas y privadas, de compensar a la comunidad el daño ambiental provocado por la explotación minera de Codelco Andina y de otras empresas mineras, a quienes se les debe prohibir categóricamente, no solo en la explotación sino que también durante la exploración –proceso minero previo- , la intervención de cursos naturales de agua, dañar glaciares de roca y de nieve, o afectar humedales o aguas subterráneas. Incluso, las aguas que sean usadas en los procesos, debe ser devueltas a los cauces de agua previamente tratadas y exentas de todo tipo de metales pesados. Similar responsabilidad es exigible a empresas exportadoras de frutas y de transporte de carga internacional –que es uno de los frecuentes contaminantes del río Aconcagua a causa de accidentes en la ruta-, para que transparenten en sus cuentas corporativas, el manejo que hacen del recurso hídrico y reporten las compensaciones ambientales y el nivel de sueldos de sus trabajadores permanentes y de temporada.
Confiamos que el estudio que hará el Congreso del futuro Código de Aguas, restablezca el pleno dominio del Estado de las aguas como un bien fiscal, cuyo uso y transferencia esté regulado al pago de una patente, sujeto a las disponibilidad real del recurso en cada cuenca, priorizando siempre su uso para el consumo humano como un derecho preferente de uso.
Soy un convencido que vienen tiempos difíciles, frente a los cuales debemos tener una nueva mirada, más proactiva, participativa y 100% sustentable para todos los procesos y proyectos que se implementen, incluidas las compras y en las licitaciones públicas, desafíos que nos impone el cambio climático. Imaginan una región sustentable, le da una dimensión ambiental al proyecto compartido para la creación administrativa de la futura región de Aconcagua, la sin duda físicamente existe desde hace aproximadamente unos 12.000 años, nuestros antepasados precolombinos decidieron asentarse en ella y que hoy nos corresponde proteger y preservar para las futuras generaciones.