Por: Manuel Zúñiga. Gestor Cultural
A las 3:34 de la madrugada del 27 de febrero de 2010, un fuerte sismo 8,8 sacudió el centro y sur del país, provocando un devastador tsunami. La catástrofe dejó un saldo de 523 muertos, 24 desaparecidos y más de 800 mil damnificados.
El Terremoto afectó obviamente las vida de los chilenos, y los entornos materiales, entre estos el patrimonio cultural.
En una publicación realizada en mayo de 2010 por el Consejo de Monumentos Nacionales, “Nuestro Patrimonio Hoy”, se catastró a 241 monumentos nacionales entre las regiones de Valparaíso y Biobío.
La información para el caso de la región de Valparaíso, determinó que entre los bienes patrimoniales afectados, se encontraban la Capilla Lo Vicuña con una pérdida total, la Casa de Domingo Faustino Sarmiento de Calle Larga, Iglesia y Convento San Francisco del Barón en Valparaíso, Palacio y Parque Vergara de Viña del Mar, y la Iglesia y Convento de San Francisco de Curimón.
A la fecha de la publicación del CMN, se observaba que el principal icono patrimonial de Curimón, presentaba daños mayores en muros laterales, con derrumbe parcial del sector norte, asentamiento del terreno colindante, el corte de arbotantes de adobe y grieta en sector de escalera.
Desde aquel 27 de febrero, la Iglesia, el Convento y el Museo de San Francisco han permanecido cerrados, con un detrimento para la actividad religiosa y resintiéndose la vida cultural en su conjunto, con una pérdida de identidad e incluso de oportunidades de generación de ingresos.
Cabe hacer notar que este sentimiento de postergación en el ámbito específico de lo cultural, es parte de un ánimo más permanente y de mayor impacto en la comunidad curimonina.
Hace nueve años que se escuchan anuncios de restauración, muchos anuncios. Estudios financiados con dinero público, los cuales, al no proseguirse con el proceso, estos acaban por perder vigencia.
Los habitantes del histórico Curimón y todos aquellos que valoramos el patrimonio cultural de nuestro país, todavía esperamos que las autoridades locales y centrales asuman un real y efectivo compromiso con la restauración de este bien material y simbólico perteneciente a la gente de Curimón y a todos los chilenos.
Además, creo importe consignar, que los habitantes de Tierras Negras, no se contentan con ser meros espectadores de este proceso de restauración, sino que convertirse en actores protagónicos, donde su opinión y participación sean parte constitutiva de la recuperación de la identidad local y del futuro de Curimón.