A cuarenta años de la casi guerra con Argentina

A cuarenta años de la casi guerra con Argentina

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Por: Eugenio Astudillo Leal

El 2 de Mayo del año 1977, la corona británica dio su veredicto en el Laudo Arbitral entre Argentina y Chile por la posesión de las entonces famosas islas, Picton, Nueva y Lennox. Ambos países, años atrás, habían pedido a la mismísima Reina Isabel de Inglaterra mediara en este conflicto, que entre otros varios problemas limítrofes; hoy solucionados, complicaban las relaciones entre ambas naciones.

Chile aceptó rápidamente el fallo, que nos favorecía, pero Argentina, perdedora en la resolución, el 25 de Enero de 1978, lo declara “Insanablemente Nulo” y lo rechaza, creando con esto una larga inestabilidad en las relaciones entre ambos países, que la diplomacia no podía resolver, por lo cual, en forma soterrada; en un principio, y después estratégicamente organizada, ambos países se prepararon para una inminente guerra; Argentina como agresor y Chile, a defenderse como pueda, porque el boicot contra nuestro país era cruel y no había armas y repuestos.

Para ubicar bien el escenario, ambos países estaban bajo régimen militar. Argentina tenía a un Roberto Videla como presidente, y nosotros a don Augusto. La diferencia era que aquí la estructura de mando era cohesionada, no así en vecino país. Todo el año 1978 fue de tensiones, de dimes y diretes, pero la evidencia de entrar en guerra era mediática, era real, y poco a poco, los jóvenes de entonces, que ya habían pasado por el servicio militar, comenzaron a ser llamados a reconocer cuartel, como reservistas. Aquí en Los Andes al Regimiento Guardia Vieja.

Argentina que se preparó en grande para ese evento. Hizo apagones en Buenos Aires y en otras grandes ciudades, movilizó a la ciudadanía para la guerra, se jactó de su poderío bélico. Y aquí, en nuestro Chile, con otra visión, todo fue coordinación, serenidad y prudencia, porque solo se hablaba de defenderse.

Dejo en claro que el belicismo no era entre los pueblos hermanos, sino que entre los gobernantes de entonces, ambos militares, pero uno, el nuestro, con un estilo y manejo acorde al pensamiento moderno de solución de conflicto, y el otro, el del al lado, con varios grandes problemas de conducción de su gobierno, sobre todo con un señor Galtieri, también militar, que ansiaba reemplazarlo.

Un día, en los primeros meses del año 1978, cuando ya la cosa se estaba poniendo fea con los hermanos de más allá de la cordillera, llegaron unos militares del Regimiento Guardia Vieja de entonces, a nuestro trabajo, Compañía de Teléfonos de Chile, y nos invitaron a participar en las muchas cosas que se debían hacer para soportar estoicamente el ataque de los vecinos. Como el ejército oficial de Los Andes, con los conscriptos del año y sus jefes ya estaban tomando posiciones en otros lugares avanzados, nosotros los reservistas reclutados, comenzamos a hacer vida de cuartel; ciertos días de la semana, para dar señas de tranquilidad interna. A mi grupo de reservistas nos correspondía el miércoles y el sábado. Para no aparecer chascones como militares ante la opinión pública, nos echábamos” Gomina” y “Glostora”: fijadores de la época, para dominar el cabello largo. Entre otras cosas simpáticas; además, para identificarnos dentro de las varias Compañías Reservistas, y dado a que en nuestras filas teníamos un simpatiquísimo personaje; El Guatón Vargas, conocido empleado de la Empresa de Buses Ahumada de entonces, nuestro santo y seña fue “El Conjunto del Guatón Vargas”. De esta forma nos citaban, por la otrora única Radio Trasandina de Los Andes, para reconocer cuartel en llamadas de emergencias y coordinaciones.

Yo no había hecho el servicio militar, pero igual fui al llamado de la patria como muchos andinos de esos años, Se me asignó una actividad acorde a mi actividad laboral, aprendí de solidaridad, amor a la patria y a mi regimiento, cante muchas marchas, desfilé para el 21 de Mayo como soldado, e hice muchas cosas más propias de la preparación para un conflicto bélico. Dejo claro que no fui al frente de batalla, pero fui soldado en mi tierra y en mi pueblo, Los Andes. Lo que más recuerdo con jocosidad en la preparación militar, era que, seguramente por mi falta de experticia, no desfilaba muy bien, y mi suboficial instructor me decía “Usted desfila como los bomberos”, lo que me dolía en el alma, porque yo, junto a otros reservistas, éramos bombero de la gloriosa Segunda Compañía de Los Andes.

Cuento esto ahora, porque en este 2018 se cumplen 40 años de esta cuasi guerra con Argentina. Tiempo cuando nuestras esposas e hijos miraban con preocupación nuestra asistencia al cuartel, y miraban con preocupación y mucha amargura las noticias de la televisión, el avance de esta crisis vecinal.

Para mediar en el conflicto se ofrecieron muchas autoridades importantes del mundo; Henry Kissinger; gran canciller de los E.E.U.U., el Rey de España, el presidente de Francia, etc., pero todos eran invalidados por el jefe vecino. La historia cuenta, que en Septiembre del año 1978, vino a Chile un alto oficial argentino; Basilio Lami Dozo, quien, dentro del alto mando Argentino no quería guerra, y según cuenta la historia, por primera vez, en reunión con el General Pinochet, entre ambos se habló de una mediación papal. El Papa Juan Pablo II era nuevo y solo llevaba unos pocos meses en su pontificado.

Argentina, en esos meses posteriores a este encuentro, envió delegaciones diplomáticas a varios países importantes para explicar su posición; entre esos Estado Unidos, y fue ahí donde las cosas se le complicaron un poco para su invasión, porque el Secretario de Estado americano de entonces, les entregó una potente declaración respecto a la posición de la OTAN ante cualquiera agresión expansiva contra su vecino; nosotros. Algunos historiadores aseguran que el Presidente Carter, de alguna forma, después de esta reunión, llamó y presiono al Papa para que se decidiera a mediar.

Ante la intervención de la Iglesia; en ambos países, y también de otras instituciones internacionales, y considerando que ya varias autoridades Argentinas no estaban a favor de crear un conflicto bélico con Chile, y sumando a esto, la serena pero segura posición chilena de no entrar en la guerra, salvo para defenderse, y en momentos, cuando ya en las fronteras del sur el conflicto e invasión Argentina se daba por hecho, el mismo 22 de diciembre del año 1978, día “D”, para el inicio de la guerra, como regalo de pascua y de Dios para los dos países, el Santo Padre se ofrece a mediar, y detiene definitivamente los preparativos de guerra. El 23, día siguiente, el Papa nombra al Cardenal Antonio Samoré como su represéntate en la mediación, y el día 08 de Enero del año 1979, se firma el acuerdo de medición entre los dos países en la ciudad de Montevideo. Así se evitó la guerra entre dos países hermanos.

Así termina esta crónica, especialmente para los jóvenes, para que sepan, como hace 40 años atrás, en días como estos, estuvimos a punto de ir a la guerra con nuestros hermanos Argentinos, los mismos que 40 años después vienen a nuestra ciudad y país, con sus familias e hijos, y caminan como uno más de nosotros, por nuestras calles y negocios, con el cariño y respeto del pueblo chilena, pueblos hermanos.

El más preciado recuerdo de todo estos momentos de preparación bélica que aún me queda, hasta el día de hoy, es ese hermoso himno militar del “Reservista” que me marca en el corazón como recuerdo de esa época de aflicción y patriotismo, de hace 40 años atrás. Su primera estrofa dice “Reservistas valientes muchachos, en cuya alma el concepto de honor, tiene un templo erigido a la patria, en que velan la fe y el amor”

VALE LA PENA RECORDAR ESTOS HECHOS. SIN ANIMO BELICISTA

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