Por: José Ramón Toro Poblete, profesor Liceo Max Salas Marchán
Siempre es bueno aclarar los conceptos al escribir sobre una temática. En este caso será sobre la Solidaridad pues, celebramos su mes inspirados en la figura de San Alberto Hurtado.
Pues bien, se puede decir que la Solidaridad es la capacidad que tiene el ser humano para sentir empatía por otra persona y ayudarla en los momentos difíciles. Esto, en ocasiones, despierta un sentimiento de unidad en el que se buscan metas e intereses comunes, por ejemplo La Teletón, una catástrofe natural.
No obstante lo anterior, en la sociedad moderna, cada persona se desarrolla con un fin exitista, para ser más teniendo más. Cada cual lucha por sus metas considerando a los demás, incluso como agresores o enemigos y paradojalmente, para sobrevivir en esta sociedad necesita de otras personas, y es ahí donde la solidaridad debiera hacer su trabajo, permitiendo que el colectivo una las fuerzas en pro o de un bien común, desperfilando al egoísta y exitista.
Al observar los acontecimientos, relatos noticiosos habrá que ser muy ciego para no darse cuenta que lo que impera en la sociedad es la animalidad, la ley de la selva, del más fuerte. La solidaridad entre humanos se ha retrotraído a niveles de barbarie. Hay un inmenso vacío social al no considerar que el ser humano surge cuando presta atención al otro. Me atrevo escribir, bajo esta premisa que, sin la solidaridad no hubiera podido elevar su animalidad a humanidad.
Ahora bien, la solidaridad tiene una dimensión ético-social que va más allá de los sentimientos y emociones del momento. ¡Mucho más allá!. Lo anterior (sentimientos y emociones), dura solo unos días y luego todo pasa al olvido, como ha pasado al olvido la teletón, los incendios catastróficos, los terremotos, aluviones y tanto más.
Me permito observar otra realidad que, en cierta medida atenta contra la Solidaridad, cual es la colonización del tiempo y del espacio por los medios de comunicación. Sabemos que la comunicación tecnificada excluye la presencia real del otro y, cuando el otro quiere te “elimina” sin preguntar, sin dar razones del listado de “amigos” de un Facebook, Instagram, mesenger o lo que sea.
En la colonización del tiempo, la omnipresencia de los medios tecnológicos, atenta contra la naturaleza dialógica de la persona, de la relación social, de la comunicación, de la cooperación y, adormece la solidaridad.
En los adolescentes, jóvenes y jóvenes adultos (con el tiempo llegará a la tercera edad), la comunicación tecnificada unidireccional dificulta la conversación y el encuentro. Atenta con el contacto elemental humano, con las relaciones vivas, personales, más enriquecedoras, donde la Solidaridad será el resultado no de lo anterior, sino de producciones cinematográficas, de laboratorios, de productoras, de los intereses de empresas que serán fría y calculadamente expuestas para despertar emociones y sentimientos y, a ese producto llaman Solidaridad.
Sabemos que las comunicaciones tecnológicas abrieron un lugar al ciberespacio que, con todas sus bondades, convirtió al planeta tierra con sus continentes, culturas, idiomas, ideologías, economías en una gran Aldea y, a la gran Aldea en una jungla y, a los seres que la componen en entes 2.0 o individuos punto com, en consumidores y no en ciudadanos con cero posibilidades de intimidad.
Lo único que tengo claro que la Solidaridad y su dimensión ético-social, no se puede hacer efectiva bajándola de un buscador o de una empresa puntocom.
Por otro lado, soy crítico ante la llamada Cultura de la diversidad que plantea peligrosamente una relación solidaria, basada en la casuística y subjetividad de los individuos donde la Solidaridad dependerá no de la solidez de un valor trascendente, sino de los momentos que la sociedad viva, dejando de ser un valor y pilar fundamental de ésta. (por ejemplo el valor de la vida, de la familia, de la educación, de la salud, de la jubilación)
La solidaridad no resuelve todos los problemas. Pues es consecuencia de un justo equilibrio entre el interés individual y, el interés del colectivo dejando un espacio a la confianza, al amor comprometido y, a la ayuda responsable.
La solidaridad da sentido a la vida, deja una huella profunda. Baste solo recordar y conocer la vida de San Alberto Hurtado para saber y concluir qué es, qué exige, conocer su dimensión cristiana, descubrir su dimensión ética y, valorar su dimensión social.
Chile ¿Es un país Solidario?
Que sea feliz