“Adiós a la tía María… Sin duda una gran mujer y mejor mamá”

“Adiós a la tía María… Sin duda una gran mujer y mejor mamá”

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Eduardo Araya Segovia

Juan, Toño, Keno, Adelina, Albina, Rolando… No puedo dejar de hacerles llegar mis sentimientos de pesar, ante el sensible fallecimiento de vuestra querida madre, la noble tía María, una mujer sencilla, humilde y muy trabajadora que nos contaba en nuestra niñez en la Rinconada pobre de la época, que ella había nacido en los Cerros Chacabucanos… Esos cerros que cruzan nuestro hermoso Valle del Aconcagua de mar a cordillera… Vuestra “queríaaa madre” nos decía que el nacer en esos rocosos montes los obligaba desde muy niños a saber lo que era el trabajo duro para “ganarse el pan de cada día”. Y por eso, era una persona muy agradecida del Padre Celestial y de esos cerros donde aprendió a querer y valorar la grandeza de lo simple y de lo pequeño ante la majestuosidad de la Natura. En esos cerros también pudo disfrutar juntos a sus padres, abuelos y muchos hermanos y primos. Según ella a los Astargo les sobraba gente para constituir más que una familia grande. Muy sobrada nos decía que los Astargo eran toda una tribu, y que a pesar de la sencillez y lo poco que tenían, también disponían de grandes lujos como era el contacto directo con la Natura, el estar obligados desde que aparecía el sol en el horizonte a subir y bajar cerros, cuidando su valiosa cabrería, el aprender a sacar la tibia, espumosa, nutritiva y vivificante leche y transformarla en los “sabrosos quesos” que les daban la subsistencia, y en invierno se juntaba y vendía leña y había que llegar hasta las escabrosas quebradas interiores en busca de los reverenciados quillayes, cuya corteza era muy valiosa en el cuidado de la belleza femenina.

Nos decía la tía María que ese contacto directo y cercano con la Natura los obligaba a ser agradecidos con el Padre de todos los Cielos por los dones que les regalaba la vida, dones que vienen de una fuente misteriosa de la cual NO somos dueños. Y esos dones son los que ayudan a todo ser humano a ser los reyes de su propio destino, sin olvidar nunca lo pequeños que somos. Sobre todo en estos momentos en que a pesar de todo nuestro desarrollo y aparente poderío, estamos asustados y conmovidos por una plaga que no sabemos bien cómo enfrentar. Por eso no olvidemos la enseñanza de una mujer campesina pero muy sabia que nos enseñó a no olvidar que debemos tener la gratitud de ofrendar a la vida, a nuestros semejantes y al universo lo mejor de nosotros y éste siempre nos devolverá con creces lo que le ofrecemos…

Juan, termino recordando la acequia dónde nos bañábamos y a la que llegaban por las murallas los chiquillos de la época y que tú calificasteis como nuestra playa de verano… y para hacer el taco acarreábamos cualquier desecho en latas, cartones, sacos. Recuerdo que, cuando ya teníamos parte de la casa dónde vivíamos semi destruida, en el último invierno que pasamos en ella, una noche lluviosa en que nos estábamos mojando, llegaron varios vecinos con su ayuda solidaria, entre ellos, tus padres Humberto con la tía María y después de darnos ánimo, tu padre Humberto el muy “patúo” no pidió ni permiso, llegó y se montó en una escalera con las latas que usábamos de taco y unos manteles de hule que ustedes usaban en el famoso Restaurant Sao Paulo que tus papis iniciaron siendo un lujo para la Rinconada de esa época… y tu mami le daba las instrucciones a tu padre para que el hule cubriera mejor el frágil techo… Mi padre nos tomó de las manos junto a mi hermano y nos mostró, Juan, a tus dos grandes viejos en franca ayuda con nosotros, diciéndonos: “Lo que hacen ese hombre y esa mujer se queda por siempre en nuestros corazones, hijos”. Y eso, Juan, ocurría en la década del 60. Hermosos y duros tiempos. Estoy seguro, Juan y chiquillos, que el Padre Eterno recibió ya a vuestra noble MADRE con los brazos abiertos y diciéndole con una sonrisa de bienvenida y sus ojos brillantes de satisfacción un “Misión Cumplida, María. Felicitaciones” Y en los secretos de la creación, quien dice que ustedes no se seguirán encontrando con ellos en otros tiempos… Un abrazoooo mis chiquillos y para mí un orgullo haberme topado en esta vida con ustedes y vuestros lindos y grandes viejos….

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