Adiós Manguera A la memoria de Jorge Rojas Rodríguez

Adiós Manguera A la memoria de Jorge Rojas Rodríguez

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Por Aníbal Julio Rosende A.

Muchos te conocieron estimado amigo, pero pocos te entendieron, eras un ser brillante con una inteligencia avanzada que pocos lograron comprender, heredero de un legado inmenso dejado por tu padre el doctor Osvaldo Rojas, el ultimo médico con vocación de servicio, sin lugar a dudas, una de las grandes personalidades de la ciudad de Los Andes.

Este legado de cultura y servicio a los más desposeídos quedó impregnado en tus venas, y desde joven desarrollaste la gran capacidad de poder escuchar, en especial a los que menos sabían. Tu vida podría llenar varios libros y tu legado dejó huellas en muchas personas, los que lograron comprender tu mensaje.

Conociste el mundo y por tu trabajo, los idiomas no fueron obstáculo ni los números una barrera, más bien se convirtieron en un arma para crecer, conociste la abundancia la cual muchos, los más simplones envidiaron, eso no hace justicia de lo que realmente viniste a aprender a este mundo, porque para muchos el éxito está vinculado con el dinero, las posesiones y el reconocimiento, para los que son realmente exitosos eso no tiene ningún valor.

Tal como Buda que nació como príncipe, necesitó conocer también la pobreza para poder elevarse a lo más profundo de la vida. Y es que en el dinero y lo fastuoso que algunos determinan que es el éxito desgraciadamente no se encuentra la felicidad. Esta está en las cosas simples, en un amanecer, en el viento, en la montaña y en los amigos. El éxito en esta vida es dar amor a los semejantes y tu amigo sembraste por el mundo semillas de amor y conocimientos.

Sería una grosería decir vuela alto como muchos lo hacen, porque los seres brillantes no vuelan trascienden en el corazón de sus semejantes, siembran las semillas del conocimiento y dejan lo más importante que Jesús nos enseñó, dar amor.

Nos vemos amigo, al final solo estas en la pieza del lado a donde todos vamos a llegar y ojalá con el reconocimiento y el cariño del pueblo tal como tu padre te lo enseño y fue como tu bandera la cual nadie te obligó a arriar.

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