Por Dr. Patricio Silva Rojas, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud Universidad Central
La alerta sanitaria preventiva decretada en las regiones Metropolitana, de Valparaíso y Biobío debido al alza de las enfermedades respiratorias activó, especialmente, a uno de los principales activos de la salud pública chilena: el sistema de Atención Primaria en Salud, el cual se distingue por su cobertura y distribución geográfica.
La alerta sanitaria, en palabras simples, permite acceder a mayores recursos humanos y de equipamiento para enfrentar con eficiencia y premura la emergencia, sin tener que pasar por los habituales procesos de licitación pública. Así, por ejemplo, es posible contratar médicos para hacer frente a la epidemia, fundamentalmente de virus respiratorio sincicial e influenza, o reconvertir camas. Por su parte, todos los médicos generales del sistema de salud, no sólo los especialistas, están totalmente capacitados para atender y asistir a pacientes con enfermedades respiratorias.
Mientras se prevé que el peak de los virus respiratorios se produzca hacia finales de julio, estabilizándose en agosto, es importante reflexionar que la mayor medida preventiva es la vacunación temprana. Lamentablemente, este año la campaña de invierno no alcanzó al 80% de cobertura, de tal manera de generar una prevención generalizada en la población.
Las vacunas son gratis para todos los chilenos pertenecientes a los grupos de riesgo, vale decir, niños, adultos mayores, embarazadas y pacientes crónicos, sin distinción. En este sentido, el movimiento antivacunas ha hecho, de manera totalmente irresponsable, un flaco favor a las políticas públicas de salud, por lo que se hace necesario profundizar, con urgencia, la labor educativa hacia la población.
Con todo, se recomienda a las personas el lavado frecuente de manos y realizar cuidados preventivos en el hogar, como el uso de mascarilla, manteniendo una temperatura ambiente de 19 a 20 grados y evitando la contaminación intradomiciliaria, entre otros. Sólo acudir a la urgencia, si la fiebre del paciente se mantiene por 24 horas entre 37,8 y 38 grados, si la respiración del niño o adulto mayor es de frecuencia alta, con hundimiento en las costillas o sobre la clavícula, o si presenta decaimiento que progresa en pocas horas.
Finalmente, otra medida exitosa del sistema público de salud ha sido la introducción de kinesiólogos especializados, que permiten manejar la obstrucción bronquial a través de maniobras para eliminar las secreciones que, tanto niños como adultos mayores, no pueden hacer por sí solos.
En suma, la alerta sanitaria preventiva apunta a evitar consecuencias más graves producto de la epidemia en distintos niveles, en beneficio de todos los chilenos y chilenas.