Por: Patricio Valdés, académico Facultad de derecho, Universidad Central
Desempleo, el terror de las familias y del Estado ha llegado y las señales de la economía nos hacen presagiar que se quedará entre nosotros por un largo período de tiempo. La última medición del INE refleja que motivos para preocuparse sobran, ya que el indicador se acerca peligrosamente al 7%, y sin duda alcanzaremos cifras en torno al 8%, a e ello debemos sumar el aumento del empleo por cuenta propia, cuya medición alcanza el 6,5%, lo que refleja la precariedad del empleo nacional.
La medición alcanza cifras que no se manifestaban desde al año 2011, motivos podemos hallar muchos, factores estacionarios, decaimiento de la minería, disminución en los puestos laborales en el área de la salud, disminución de la demanda interna, disminución de las exportaciones, decaimiento de la industria manufacturera, entre otras.
En el contexto internacional con lo que ocurren en la Unión Europea aún reina la incertidumbre de los efectos del Brexit, por un lado los escépticos dudan de una real salida de Gran Bretaña del bloque económico, a lo menos en el mediano plazo; otros se han paseado por diversas vitrinas anunciando el caos económico global. La realidad nos llama a ser cautos con los reales efectos que ello pueda acarrear.
La buena noticia que llega desde la Unión Europea corresponde a la disminución del desempleo, alcanzando un global de la zona en torno al 10,1%, la mejor cifra alcanzada, paradójicamente desde el mismo año 2011.
La economía estadounidense ha mostrado signos de recuperación en el último tiempo, lo que a muchos llevó a pronosticar que la Reserva Federal procedería a realizar una nueva alza en la tasa de interés, pero sin duda no ha sido aplicado a la espera de conocer los efectos inmediatos del Brexit.
En nuestro país cabe preguntarse cómo reaccionara el Banco Central en la eventualidad que la FED eleve la tasa de interés. Frente a la posibilidad que se decida aplicar la misma medida ello podría resentir aún más nuestra alicaída economía, aumento el costo de los créditos, afectando el consumo y la inversión. Si por el contrario de mantuviera la tasa de interés tendremos que soportar un aumento en la inflación.
Nuestra tasa de crecimiento ha sido reajustada a la baja de manera reiterada, y según nuestro pronóstico este año se enmarcará entre un 1,5% y 1,9%, crecimiento que se ha visto afectado por la baja demanda interna y el duro golpe que el precio del cobre ha significado para las arcas fiscales y para el empleo en el norte del país.
En un contexto de reforma laboral, tributaria, constitucional y educacional no se vislumbra un escenario acorde para la inversión por parte del sector empresarial, lo que en definitiva repercute en la menor generación de empleo, por lo que tendremos que esperar nuevos aires para recobrar las confianzas y generar esfuerzos comunes para reflotar la economía. De lo que no tenemos duda es que en general nuestra economía se deteriora, y sin duda aún no hemos tocado fondo, lo peor aún está por venir.