Por: Dra. Carolina Navia, nutrióloga de Clínica Vespucio
Dieta en aislamiento: En general no es aconsejable comenzar una dieta en período de cuarentena. Esto ya que estamos más susceptibles a cambios en nuestro estado emocional, por lo que van a haber días en que estemos más ansiosos, lo cual haría que la dieta no sea llevada en forma regular, frustrándonos por no ver los resultados que esperamos y, pudiendo aumentar así el riesgo de desarrollar un trastorno de alimentación. Esto no quiere decir que descuidemos nuestra alimentación. Sino que, en vez de hacer una dieta restrictiva, mejor tratemos de mantener hábitos de alimentación saludables.
Siguiendo la idea anterior, en vez de enfocarnos en bajar el peso que hemos ganado en cuarentena, mejor enfocarnos en retomar hábitos de alimentación saludables y aprovechar que disponemos de más tiempo para preparar nuestros alimentos y hacer preparaciones saludables. Además, podemos aumentar un poco la actividad física en casa, ya sea haciendo tareas domésticas o ejercicio.
Vitamina D por ausencia de sol: La vitamina D se obtiene mayormente por medio de la síntesis en la piel producto de la acción de la radiación solar. En mucho menor porcentaje la obtenemos de alimentos ricos en grasas como los lácteos, yema del huevo, pescados altos en grasas y alimentos fortificados. Dicho esto, si no vamos a poder exponernos a la radiación solar y sumando a que ésta ha disminuido por la estacionalidad, es mejor tomar un suplemento de vitamina D, siempre asesorándose por un profesional de la salud. Es importante mantener niveles sanguíneos adecuados de ésta, ya que uno de sus acciones es fomentar el correcto funcionamiento del sistema inmune.
Alimentos que aumentan y disminuyen los malestares psicológicos: Debemos tratar de evitar alimentos que nos generen más ansiedad, los cuales serían azúcares refinados, harinas blancas y comida chatarra, en general. Así mismo hay que moderar el consumo de alcohol y cafeína.
Se aconseja mantener la ingesta de 5 porciones de frutas y verduras al día (combinando distintos colores, aumentando así el aporte y diversidad de nutrientes), proteínas de alto valor biológico (lácteos, huevo, carnes rojas o blancas bajas en grasas), omega 3 (proveniente de mariscos y pescados grasos como el salmón, atún, jurel), legumbres y cereales integrales (pan, arroz, pasta, etc.) y grasas saludables (provenientes del aceite de oliva, frutos secos y semillas). Es de igual importancia también mantener una correcta hidratación.
