Por: Stefanie Chalmers E, Nutrición y Dietética Universidad Andrés Bello
El rol que tienen los alimentos en las características estructurales y la función del sistema nervioso, en condiciones de salud o enfermedad, es amplio, y uno de los ámbitos de gran interés en la actualidad, es el que relaciona los alimentos y sus constituyentes, con una mejora en las funciones cognitivas, tales como la atención, memoria y concentración. Respecto a ello, las ciencias de la nutrición y la neurociencia han iniciado un camino conjunto de investigación en la búsqueda del real impacto que pueden tener los que hoy se conocen como “nootrópicos naturales” o sustancias capaces de potenciar las habilidades mentales, y los “alimentos inteligentes” o Brain Foods, reconocidos por poseer constituyentes y características que favorecen los procesos cognitivos y que además pueden impactar positivamente en el ánimo y la motivación. Entre los alimentos más comunes que actualmente son conocidos y recomendados como favorables para el rendimiento mental, se encuentran los frutos secos, por su gran aporte energético y contenido de vitamina E y del complejo B, y los berries, ricos en antioxidantes. Ambos alimentos son una excelente alternativa como colación durante las horas de trabajo. También son reconocidos los efectos positivos de la ingesta de pescado, destacando su aporte de W3, que lo posiciona como una excelente fuente de proteínas y ácidos grasos saludables, ideal para el almuerzo, horario en el que es clave incluir alimentos de fácil digestión y bajos en carbohidratos (arroz, fideos, papas…), a fin de evitar que el organismo se oriente hacia el trabajo digestivo, y se reduzca el estado de alerta. Así también se debe considerar que el volumen de ingesta alimentaria sea moderado, por lo que un almuerzo diseñado para una jornada cognitivamente demandante, se puede constituir principalmente por “PVGs” Proteínas + Vegetales + Grasas saludables, por ejemplo: un trozo de pescado (proteínas más grasas saludables) con verduras salteadas o ensaladas (vitaminas, minerales, antioxidantes, fibra), una pequeña porción de quinua (proteínas y carbohidratos), y una infusión de romero, ginseng y/o menta, para aprovechar las propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y estimulantes de estas plantas y favorecer la hidratación. Además de considerar las propiedades de los alimentos y el tamaño de las porciones, se debe considerar que la frecuencia de ingesta sea preferentemente cada 4 horas como máximo, para mantener la oferta de nutrientes y el equilibrio hormonal. Finalmente, uno de los aspectos más sencillos de cuidar para colaborar con el desempeño cerebral, es la hidratación, que debe ser constante, sin esperar a que se presente el reflejo de la sed, el cual se genera cuando el cuerpo ya ha perdido en promedio un 2% de agua corporal, con un demostrado impacto negativo en el rendimiento físico y alcances indeterminados en la función mental.