Analizando la incertidumbre

Analizando la incertidumbre

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Por: Eugenio Astudillo

En sicología, la situación de desconocimiento de lo que sucederá a futuro se denomina Incertidumbre, que se manifiesta como algo de inseguridad, de temor y de titubeo, que paraliza a los individuos momentáneamente, hasta que la situación que enfrenta sea más clara y confiable.

Este estado de incertidumbre fue el hecho concreto que nos atacó la semana pasada a todos los chilenos, cuando empezaron a agudizarse los varios intentos de evasiones a la red del Metro de Santiago, los que posteriormente derivaron en lo que ya todos conocemos, y que aún no hemos podido asimilar del todo, pero que a primera vista, después de observar las inmensas concentraciones pacificas de personas; en todas la ciudades del país, del día viernes 25 recién pasado, nos muestra que gracias a Dios se encamina a cauces normales de solución, por vías de entendimientos y reflexión.

La forma de generarse, desarrollarse y masificarse este movimiento de protesta, dará motivo para muchos análisis mediatos, estudios más profundos de sus causas y efectos futuros del país, y pasará a la historia de la nación como el hecho notable por la multidinaria adhesión de la gente, de todas partes de Chile, a un problema que comenzó puntualmente por las alzas de tarifas que afectaba a algunos habitantes de Santiago, que diariamente se trasladan en el Metro.

Como es habitual ante estos fenómenos de los comportamientos humanos, la clase dirigente y políticos del país han ofrecido múltiples interpretaciones y posturas durante el desarrollo de estos acontecimientos, todos bajo el contexto de lo que circunstancialmente iba pasando día a día, lo cual les dio la posibilidad de que ellos acomodaran sus opiniones diariamente hasta el día viernes, en que ante la gran multitud de movilizados en todas las protestas efectuadas; de norte a sur, en todo el territorio nacional, los obligó a aceptar, que todo esto estaba sucediendo por muchas razones, principalmente, por el alejamiento y menosprecio de ellos mismos, de las importantes inquietudes fundamentales que tienen de hace tiempo los ciudadanos, y que no ha tenido solución de parte de ellos, los responsables de legislar. Dejo claro, que cuando me refiero a estos políticos excluyo totalmente a los servidores municipales, ya que ellos tienen otra relación puntual con sus comunas, las cuales tienen otros medios de conexión y control reciproco con la población.

La forma como se desarrolló este evento en la capital de Chile, y después en todo el país, en realidad rebalsó la capacidad de asombro de todos los connacionales que seguimos con preocupación y esperanzas el desarrollo del país, en vista del llegar a ser pronto un Estado del primer mundo, situación que conlleve todos los beneficioso y mejoras en la calidad de vida que puede significar esto, para las actuales y nuevas generaciones de chilenos, muchas de las cuales estuvieron presente en estas concentraciones. En esta consideración, es indudable que los acontecimientos ocurridos, sobre todo los saqueos e incendios trasmitidos por todas las televisoras mundiales y otros medios, han perjudicado; y lo seguirán haciendo por un buen tiempo, nuestra credibilidad económica y de estabilidad política, como un país de empuje, organizado, eficiente y de éxito económico, como nos reconocían hasta hace poco más de una semana atrás.

Por todo lo expresado, no quiero ni puedo tener aún una opinión clara sobre todo este fenómeno social acaecido recientemente y que aún no termina. Pero si puedo asegurar que en lo económico y en el bienestar general de muchas ciudades, son muchos los daños físicos que quedaran por largo tiempo en ellas, por culpa de los exaltados de siempre que se esconden bajo sus capuchas. En el bienestar social de pensionados, y de los actuales y futuros trabajadores, es seguro que se ciernen ciertas esperanzas reales de corrección de las desigualdades y pobreza, que actualmente viven en ciertos sectores de la población, que con mucha justificación protestaron en esta oportunidad.

En todo caso, lo más rescatable que nos deja como lección estos acontecimientos, es que la clase política, de todos los extremos, han sido notificados por la población, de que su función y actividades dejan mucho que desear, y es repudiada por la gran mayoría del público, por lo cual desde ahora, para sobrevivir como clase privilegiada y especial, deberán alinearse prioritariamente con las inquietudes del pueblo, poner todo su esfuerzos para solucionar sus problemas, y entender claramente que ellos son nuestros representantes en esas esferas superiores del país, y no parte de una elite de privilegios y colusiones, todas hechas a las espaldas del pueblo.

Aquí no hay ganadores ni vencidos. Esto ha sido un llamado de atención de una ciudadanía aburrida, que desde hoy exigen mayor eficacia y trasparencia en el funcionamiento del Estado, en donde hayan beneficios y resguardos necesarios para vivir una vida; de por lo menos, de una mediana calidad, en donde los políticos se dediquen definitivamente a lo suyo, y se dejen de hacer gallitos para privilegiar sus idealismos e intereses particulares, dedicándose definitivamente a servir a Chile y sus ciudadanos.

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