Por: Manuel Inostroza M.
No hay que sorprenderse con las autoridades de la Empresa Ferrocarriles del Estado, que el lugar de dar una buena noticia, anuncia que habría decidido llevarse el Automotor patrimonial que se encuentra en la Maestranza. En una crónica que escribí para un Concurso Literario organizado por «El Mercurio», fustigué a la citada empresa que no fue capaz de seguir compitiendo con los empresarios del transporte terrestre y lisa y llanamente paralizó el funcionamiento del Ferrocarril Trasandino, la gran obra de los Hermanos Clark. Yo planteo en dicha crónica que el F.C.T. debió seguir operando poniendo énfasis en un aspecto muy importante como es el turis- y el transporte de pasajeros. No pensaron las autoridades de los 70 que semanalmente podría haberse mantenido lo que conocíamos como la «Combinación Internacional» que llevaba pasa- jeros a Mendoza y traía pasajeros a Chile. Tampoco se les ocurrió habilitar trenes con fines turísticos y llevar a la gente amante de la naturaleza a conocer la majestuosa cordillera, conocer Portillo, su Laguna del Inca, el afamado Hotel que aún presta servicios a los chilenos y extranjeros que disfrutan de las canchas de ski.
Como hijo de ferroviario, al igual que Octavio Arellano Zelaya, me sumo a un NO rotundo a que se lleven el Automotor que fue restaurado por un alto costo. Y quiero decir algo más: due- le saber que la infraestructura del F. C. T. ( rieles, tendido eléctrico, madera, etc.) ha ido desapareciendo poco a poco y eso se debe a que la empresa abandonó totalmente lo que le pertenecía.