Por: Eugenio Astudillo
A propósito del nuevo aniversario de nuestra querida ciudad, de lo grato que es aún vivir en ella, de las múltiples oportunidades que me da poder hablar con certeza de sus bondades con buenas bases y argumentos, su buen nombre e identificación que tiene a nivel regional y nacional, me ha llevado repetidamente a preguntarme ¿Qué es lo que hace que me sienta orgulloso de mi ciudad? ¿De la provincia de Los Andes, en general?, ¿De todas nuestras comunas andinas, como un todo?
Si me voy por el lado de la historia en general, no son muchos los hechos destacables que pongan a mi tierra por sobre otras por hechos fundamentales en la creación de nuestra república, como ejemplo, o por grandes batallas en pro de nuestras libertades o democracia acaecidas en nuestro terruño o por hijos de la zona. Si por otra parte, busco por el lado de las artes, la política y otras actividades, compruebo que siempre han habidos cultures agraciados; con algún mérito, al igual que en varias otras ciudades, pero dentro de lo normal. Es más, siempre, recuerdo, nos ha costado levantar personajes que nos identifiquen ampliamente como andinos, porque los desarrollos de talentos particulares son tan amplios y diversos en nuestra realidad local, en donde nos caracterizamos de tener hartos pocos de cosas importantes, pero también muchos pocos de cosas no muy relevantes, pero comunes en todo Chile, lo que nos da una característica especial; como zona del país, difícil de representar en un solo símbolo o personaje típico. El último ejemplo de personaje; fallido, característico que se quiso implementar como símbolo local fue el Guatón Vicente Loyola, a quien no le pegaron en el Rodeo de los Andes, sino que, le aforraron sus combos en la ciudad de Parral. Plop.
En esta búsqueda, quizás lo más característico de nuestra provincia andina; en vez de personajes, es la diversidad productiva y las diferentes actividades aplicadas al diario vivir, los que nos hace peculiares. En lo Agrícola somos un sector con siembras tradicionales, con fruticultura, con agroindustria de exportación y otros cultivos varios, que nos permite poseer varias clases de trabajadores en el campo. En la minería tenemos una de las minas más grandes y productivas del país, los que nos ha traído un variado menú de mineros, contratistas, subcontratistas, técnicos, profesionales en infinitas materias, lo que ha fortalecido a la población. En comercio internacional y transportes tenemos el Primer Puerto Terrestre de Chile y varias empresas de transportes de carga y de pasajeros que destacan a la ciudad como paso fronterizo internacional. En lo religioso tenemos una Santa la que dispone para sus peticiones de un gran Santuario en la zona. En turismo, disponemos de muy buena infraestructura en hospedajes y gastronomía, en lo campesino, en montaña, en termas y casino de juego, lo que se adorna y complementa con lindos paisajes. Y en otras áreas diversas generadoras de trabajo, todavía nos queda algo de industria automotriz, ferroviaria, de servicios generales, de servicios financieros, grandes centros comerciales diversos, salud pública y privada de buena calidad, Regimientos, policías, y en general toda una sólida infraestructura que nos permite vivir en forma normal y digna, como en ciudad grande, teniendo la suerte de la cercanía de Santiago, Valparaíso, Viña y San Felipe, por si nos falta algo urgente. Como pueden apreciar, tenemos poco de muchas cosas que son importantes, pero las hay, y también muchos de hartas cosas para regodearse, lo que nos permite vivir siendo un barrio chico de pueblo, con cosas de grandes ciudades, sin contaminación
Otra cuestión importante de esta zona, y que nos distingue, es que no es un sector muy politizado. – Nuevo mal de nuestra actualidad. – Quizá por la cercanía de las cocinerías políticas de Santiago y Valparaíso, la degeneración de esa actividad ha llegado poco a Los Andes. Pero no por eso; siendo francos, disponemos de grandes parlamentarios como habría sido lo ideal, ellos viven con la mente fija en sus eternas luchas de poder y de grandezas, y de nosotros solo quieren los malditos votos, los que también logran con mentiras, mal de todo el país. En lo mismo, en política, pero en otra fase, y en un grado muy superior de la práctica de este mal en general, disponemos; eso sí, de buenos municipios locales, no solo en Los Andes, sino que en todas las comunas aledañas, razón que hace que la mayoría de los habitantes de estas tierras no hacemos distinciones entre comunas en la provincia, y cuando conversamos de ellas, hablamos bien de la provincia de Los Andes y del valle grande del Aconcagua, en general.
Lo narrado precedentemente, la no división política extrema, la calidad de vida, la diversidad de oportunidades que entrega todo el valle, la satisfacción de necesidades esenciales, y mucho más, ha hecho crecer entre nosotros algo diferente que un simple personaje característico del sector, a quien destacar como símbolo de nuestra tierra, eso especial que nos identifica en la variedad nos ha permitido desarrollar un sentimiento que da origen a esta crónica; El Sentido de Pertenencia. Al ser nuestro territorio tan amplio y variado como lo hemos detallado, con gente caracterizada para vivir feliz en provincias, con grandes valores de respeto por el entorno, por los vecinos, por sus actividades económicas, culturales y sociales. Con autoridades municipales generalmente entregadas al progreso de sus comunas. Con medios de prensas locales positivos y regionalista. Con una gran cercanía a los más grandes centros urbanos y de servicios nacionales, y muchas otras verdades más, han hecho que por tiempos, los andinos en general, hallamos desarrollado un sentido de pertenecía muy profundo por nuestra tierra, cuidad y comunas, porque nos sentimos orgullosos de pertenecer a ellas y a sus variadas ofertas para vivir feliz, tanto en la integración con sus habitantes, como en sus otras características ambientales y de desarrollo productivo. Todo lo que nos lleva a proclamar con orgullo y en toda oportunidad, que muchos de nosotros, como yo, nos sentimos felices de vivir, trabajar y amar en este singular paraje llamado Los Andes, enfatizando que pertenecemos a él, a los pies de esta cordillera nevada, con verdes campos productivos, con nobles tierras de futuro, con sequía y lluvias, etc. En otras palabras, no somos solo nacidos en Los Andes, SI NO QUE estamos orgullosos de pertenecer a Los Andes.