Animitas

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Por: @rodrigosolo

Igual las animitas me dan un poco de miedo.

Eso de que en ese lugar murió alguien, me asusta. No hay quien no le asuste la muerte.

Las animitas tienen flores, unas velas derretidas, fotografías. Son algo así como un resumen de alguien. He visto animitas con jardines, recuerdos, osos de peluches. Se me viene a la mente una en un acantilado en una playa. Los padres dejaron una piedra con el mensaje de su hija. Despedida por no poder resistir los avatares de su adolescencia, los laberintos sin salida en su mente. Ésa es una animita cargada de emocionalidad.

Camino al norte hay muchas, incluyendo de fanáticos del fútbol con su bandera al viento. Son animitas de accidentes, esos segundos que cambian el destino del causante y de la víctima, en algunos casos con dolo y alcohol en la sangre, en otros un pestañeo al volante, un salirse de la ruta y pasar por encima del mochilero. Impacto, esa milésima de segundo en que el que conduce dice: «No, no puede ser, no me di cuenta, venía tan cansado». Se mata de golpe la historia del otro, ese desprendimiento del alma que sale del cuerpo ensangrentado y se mira a sí mismo.

Me dan susto, creo que lo dije en la primera línea. A veces camino a San Esteban y veo varias, unas escondidas a un costado del camino porque quizás los accidentes fueron hace años, otras más cuidadas y con visitas.

Yo miro desde lo alto, como un globo aerostático.

Sobre mi pasó un camión de varias toneladas que siguió su camino. Pero todo se paga: en una curva perderá el control. En tres días el tipo tendrá una animita con una foto de Maradona, su ídolo. Ahí podremos conversar juntos.

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