Por: Eugenio Astudillo
El 21 de Mayo de 1879, día de las Glorias Navales de Chile, que junta en un solo día un importante triunfo y una triste derrota de nuestra Armada, más que hacer una evaluación bélica de cómo fueron los detalles de ambos combates; Punta Gruesa e Iquique, ha quedado en la historia de nuestro país, mucho más que por los pormenores del combate, por el modelo de chileno osado, valiente y justo, que siempre hemos querido ser como característica, que dejó como legado inmortal la inmolación de nuestro gran héroe Arturo Prat y la centena de patriotas que tripulaban la Esmeralda y la Covadonga.
Siendo claros y precisos con la historia, en su inicio, la Guerra del Pacifico fue indiferente para la gran mayoría de los chilenos, lo que sumado a las pésimas comunicaciones de la época, y el desprecio y distanciamiento del pueblo con la elite política y social que había declarado esta guerra, que ahora sabemos, contó con sigilosas presiones del hoy Reino Unido, al pueblo nada le interesaba este conflicto,
En aquellos años gobernaba Chile el Abogado Aníbal Pinto Garmendia (1876 – 1881), que como siempre ha sido en nuestro país, como primera prioridad de su mandato, debía superar una gran crisis económica de la época. Pero las cosas cambiaron con los vecinos del norte, y el cinco de marzo del año 1879 tuvo que enfrentar la guerra con la alianza Perú – Boliviana, lo cual le trajo muchas exigencias durante su presidencia, que acabaron con su vida, poco después de su retiro como Jefe de Estado, en el año 1884 con 59 años de edad. Pero este es otro cuento.
Si bien la historia nacional nos cuenta que la guerra fue entre Chile, Perú y Bolivia, varios historiadores han demostrado que Inglaterra siempre estuvo tras de nosotros, no combatiendo, pero como siempre hasta el día de hoy, ayudando y empujando. Vale la pena recordar que la industria salitrera y de ferrocarriles del norte, de entonces, eran negocios financiados por súbitos de la Reina Catalina.
En ese contexto se dio este conflicto bélico. Las noticias del área de combate se daban vía cable, con 3 o 4 días de retraso. El 24 de Mayo llegó la primera noticia del combate de Iquique y Punta Gruesa. La información era imprecisa pero vaticinaba algo terrible para nuestro país. En los días siguientes se confirmó la muerte del Capitán Prat y la forma de ella. Así también se conoció la victoria del Capitán Condell. Lo curioso fue, que si bien se valoró la hazaña de este astuto y valiente marino, en la opinión pública general del país fue creciendo como inusual fenómeno emocional una gran devoción por la actitud de Prat y sus marinos de la Esmeralda, siendo esta la fuente de valor y ejemplo que llevó a la gran mayoría de los chilenos, a enterarse de lo que era la guerra, sus motivos, los loables sacrificios que hacían compatriotas en el frente de batalla, naciendo de eso el gran apoyo popular que tuvo el conflicto después del Combate de Iquique, no por la incentivación que hacía el Estado por lograr milicia, sino que por la valoración del sacrificio del Capitán Prat y su gente. Esta acción fundamental derivada del heroísmo de este gran marino, llevó a que Chile y sus soldados ganara la Guerra del Pacifico.
Lo más importante de todo, tras la muerte de Arturo Prat, ha sido, que después de todos estos acontecimientos, la historia particular de este notable Capitán ha demostrado que él fue mucho más que un valiente y osado marino que dio su vida por la patria, sino que también un gran hombre de principios, intelectual, con respeto a la familia, y con valores cristianos y fraternos que hace que a los chilenos nos enorgullece tenerlo como nuestro mejor héroe nacional.