Por Eugenio Astudillo
Una sabia máxima antigua decía ”En la casa se educa y en la escuela se enseña”, fue así como muchas generaciones se fueron formando dentro de estos parámetros en donde la familia creaba los buenos hábitos sociales, de convivencia, de higiene, de costumbres y tradiciones, los cuales eran reforzados, analizados y mejorados en los establecimientos educacionales, en donde había verdaderos maestros, que más que profesión tenían vocación de enseñanza, y eran modelo dentro y fuera de las aulas, detalle importante, que aun en algunas escuelas y liceos persiste.
En la casa se nos mostraban lo que era ser una familia; habían un padre, una madre, y uno o más hermanos. Se inculcaba el respeto por los mayores y el prójimo, por las hermanas, especialmente por todas las mujeres que siempre fueron consideradas en forma delicada y con distinción, por las autoridades del sistema republicano, por Carabineros de Chile, por la PDI, por los emblemas patrios, por los vecinos del barrio, y en general por toda la gente que nos rodeara, etc. Todos estos valores recibidos nos permitían enfrentar el colegio y la vida respetando a los profesores, sus enseñanzas y sus sapiencias. A la sociedad establecida con sus deberes y derechos, lo que sumado, como dos grandes aportes; enseñanzas de escuela y padres, nos permitió, llegar hasta las edades que hoy tenemos, con un desarrollo normal, no sin dificultades, pero felices de entregar un buen mundo a las nuevas generaciones, que era más vivible, hasta hace poco.
He descrito esto con mucha pena, porque el objetivo de toda generación es cimentar un camino mejor para los que vienen a continuación. Nosotros también quisimos hacerlo, por eso, si analizamos seriamente los últimos 50 años o más; con Gobierno Militar incluido, Chile y el mundo han tenido sus más grandes cambios sociales de la historia, y los más notables avances científicos, no vistos en muchos siglos, lo que ha derivado en una sociedad cada vez más diferente.
La creación de cosas impensadas hace cien años, y que, por la rapidez de los avances tecnológicos tan renovadores como los ocurridos en los últimos tiempos, ya son parte de la misma historia en tecnología, ciencias, y otras materias, han creado una apreciación relativa de las cosas, en donde todo dura poco. En estos días nada es permanente como antes, todo lo nuevo es una anécdota efímera en su justo tiempo de existencia, ahora todo trae fecha de vencimiento, y esta relatividad de modernidad y desuso, ha golpeado tan cruel a nuestra sociedad que con angustia comprobamos, que en estos momentos el mundo, si bien está avanzado en todo orden de cosas, no mejora con estos adelantos, sino que, retrocede en calidad de existencia, porque los adelantos tecnológicos no vienen acompañados con disciplina orden y/o valores.
Como ahora en los hogares ambos padres trabajan; no siempre por necesidad, sino que por respetar derechos y profesiones, los niños crecen con la niñera de turno, con unos abuelos jubilados, y comiendo lo que caiga, a deshoras, y generalmente alimentos chatarras. Ya no se come en la mesa familiar; punto de conversaciones y trasmisión de valores de antaño, ni los fines de semanas, y si aún se hace, todos los comensales están mudos, porque cada uno tiene su celular en la mano. Tecnología de comunicación, que en vez de unir al grupo más cercano, lo ha desunido todo, enterrando así, unos de los mayores vínculos de creación de valores familiares en los jóvenes, la conversación.
Las nuevas generaciones se saben de memoria sus derechos, pero; que al no tener idea y conciencia de que estos se ganan con acciones y sacrificios, esperan tirados en la cama; con celular en la mano, que los demás se los respeten. Ellos se sienten amos del mundo, en la creencia que manejan la tecnología, sin darse cuenta, que en este mundo de marketing irracional, las modernizaciones en general, los usan a ellos, porque dentro de sus parámetros está el consumir cualquier cosa en sus tiempos de ocio, y no ganarle a ese mismo tiempo, con creación o proyección de nuevas tecnologías futuras y valores, aunque estos últimos, cada vez son menos considerados
La falta de conceptos de higiene y presencia, los de ser autovalentes para las necesidades mínimas de supervivencia, los deberes básicos de convivencias social, el orden y el respeto y muchos otros principios de diversas índoles, se traducen en la vida diaria en acciones nefastas de vehemencia, algunas tan irracionales como: las de atropellar a Carabineros, matar ex pololas, caer en la delincuencia, protestar desnudas en la calle, o no estudiar con consciencia para el bien de sus futuros, centrando habitualmente su ocio, principalmente, en preocuparse de las vidas y crecimientos personales de otros, como la de los futbolistas u otras figuras de la TV y/o cines, de las barras bravas, y de las cosas que solo hacen otros, no entendiendo racionalmente, de una vez por todas, que sin disciplina, orden, esfuerzo y generación de valores propios, respetando los márgenes que se ha dado nuestra sociedad, es imposible que a futuro puedan seguir progresando como hoy, lo que les toca vivir. La vida no es vivir de puros bonos, subsidios, o financiamiento estatal, o a despensa de los padres. La vida se enfrenta con capacidades personales, superando metas.
Los ahora ya adultos, en nuestros aportes y progresos pasados, nunca pensamos que los avances tecnológicos que vivimos, iban a ser tanto daño a la nueva sociedad de reemplazo. Que las nuevas generaciones no usarían los avances tecnológicos solo para su bienestar, sino que también, para ser esclavos de ella. Que se viviría todo el día pendiente del celular; en todas sus versiones; símbolo palpable; hoy, de este futuro fracaso humano, que de mejorar la convivencia, el medio ambiente, y la proyección del planeta. Se está tan cómodo hoy sin hacer funcionar la mente, que sin calculadora no somos capaces de sumar 2 más 2, y lo que es peor, hemos sepultado nuestro amplio lenguaje español, con repetidos garabatos e insultos en el hablar cotidiano, que ni Cervantes, Neruda y Gabriela Mistral lo creerían.
Jóvenes, aún es tiempo de reaccionar. Es cierto que lo establecido hasta ahora, ha tenido algunos terremotos políticos y sociales, culpa de nuestra generación. Pero, no nos escudemos en ello, siempre, para justificar nuestro desinterés por los valores y experiencias ya probadas por nosotros. De seguir así, la tecnología va a seguir influyendo negativamente en la calidad de vida de ustedes, por permitir ser dominados por el marketing, y por falta de valores e interés en la convivencia social diaria. Según estudios, en 10 a 15 años más, mucho de los empleos de hoy ya no existirán, o serán reemplazados por máquinas u otras especialidades profesionales, y la existencia de todos será aún más difícil, por falta de muchos recursos que hoy ya escasean; agua, tierras cultivables, mares vacíos, y muchas otras desgracias derivadas del cambio climático. Quizás, a futuro, ya no exista la suficiente energía para mover tanta modernidad tecnológica como la que hoy ya nos distrae y mal usamos. Por favor, aún es tiempo. Prepárense para sobrevivir.
Es una lástima que desde el siglo pasado hayamos avanzado tanto en tecnología, para retroceder en calidad de vida. Usen la tecnología para su bien, y no se esclavicen en enviciarse en ella. No olviden en su crecimiento del día a día de los valores fundamentales de crecimiento y convivencia social. La vida tiene derechos, pero también, para exigirlos, tiene deberes.
CON TODO CARIÑO