La importancia de su conservación y su rol como controladores biológicos
Por: Doris Sanhueza, Área de Patrimonio Natural, Centro de Investigación en Turismo y Patrimonio, www.cityp.org
Las aves rapaces son especies predadoras, es decir que cazan sus presas (alimentos), aunque algunas de ellas consumen animales muertos o carroña.
Estas especies son clasificadas como «rapaces diurnas», (denominadas científicamente Falconiformes), son las aves que cazan de día, ejemplo de ellas son el cóndor, halcones, peuco, águila.
Otras son las «aves rapaces nocturnas» (Estrigiformes), las cuales cazan cuando sus presas están activas, entre el crepúsculo y el amanecer, ejemplo son la lechuza blanca, el tucúquere, el concón, el pequén, entre otros.
Estas aves están ubicadas en lo alto de la cadena o pirámide de alimentación (llamada también cadena trófica), por lo tanto, realizan valiosas funciones para mantener la armonía de los ecosistemas.
Son «especies clave», ya que su ausencia o remoción produce un desequilibrio en la diversidad de las comunidades presas. También son «especies paragüas», puesto que poseen amplios territorios de caza, por lo tanto, con altos requerimientos de hábitat, donde su conservación ayuda a la conservación de otras especies. A su vez son «especies controladores biológicos», prestando gran utilidad para el control de plagas, que podrían perjudicar la salud pública, cultivos y/o almacenamiento de alimentos1.
Aunque posean estas beneficiosas propiedades, muchas de estas especies rapaces presentan problemas de conservación, generalmente por el desconocimiento de su importante función en los ecosistemas y en la salud pública.
Las instituciones del Estado y las Universidades han trabajado en estudios de conservación de las aves rapaces, a través de la generación de proyectos de Investigación y Gestión Ambiental Local, logrando mejorar la identificación y valoración de las aves rapaces por parte de las comunidades humanas, recuperando el conocimiento respecto a sus amenazas y sus estados de conservación, y de esta manera asegurar la calidad de vida de los habitantes y visitantes de los espacios rurales.
Interesantes proyectos se han llevado a cabo en zonas con riesgo de contagio con Hantavirus, trabajando en la instalación de casas para anidación de la lechuza blanca (principal predador del ratón de cola larga), lo que ha favorecido su presencia en áreas donde sus poblaciones estaban disminuidas. En zonas de cultivos se ha trabajado con las instalación de posaderos para aves rapaces, implementando controles biológicos de roedores y conejos y liebres (éstos últimos denominados científicamente como lagomorfos).
Otra importante amenaza para la conservación de estas aves, debido al creciente desarrollo económico actual, es el aumento desproporcionado de grandes tendidos eléctricos en diferentes paisajes y territorios, donde muchas de estas aves sufren de electrocución, donde se veían principalmente dañadas aves de amplia envergadura como águilas, peucos y cóndores, entre otras. Como consecuencia de estos impactos, se han demandado e implementado exigencias en las Evaluaciones de Impacto Ambiental, donde las empresas han debido instalar posaderas para evitar estos accidentes.
Investigadores y educadores debemos generar una actitud positiva para la conservación de estas aves, entregando conocimientos básicos, tanto a la comunidad local como a los turistas que visitan el Valle de Aconcagua, la Región de Valparaíso y el área andina en general, acerca de la identificación de las aves rapaces, su imponente belleza y explicar las repercusiones que la disminución de sus poblaciones podría desencadenar en la salud pública, como su importancia en la mantención del equilibrio de los ecosistemas. Si conservamos estas especies, podríamos disminuir el uso de sustancias venenosas para roedores, y evitaríamos el circulo vicioso de envenenamiento de estos y otros depredadores silvestres que se alimentan de roedores.
Las aves rapaces, tanto diurnas como nocturnas, son un significativo Patrimonio Natural, y son un importante atractivo para el desarrollo del turismo ornitológico. Debemos reconocer y conservar, para educar, mantener el equilibrio de los ecosistemas y evitar repercusiones en la salud pública.