Por: Víctor Cortés Zapata
Consultado, el Maestro responde al discípulo indicándole la práctica del Silencio… para alcanzar la Sabiduría, estado aquél que se logra a través de la Meditación, le agrega, la que constituye un grado más profundo de atención accediendo, de ese modo, a la consciencia, sede de valores y principios, factores constitutivos de la subjetividad, construcción psíquica que gradualmente se va conformando de manera muy determinante por el medio socioambiental en que transcurre la vida de cada ser humano.
A ese silencio quisiera acceder al acercarse el onceavo aniversario del viaje al infinito de nuestros amados hijo y nieto, doloroso hecho que provocó un radical giro en la vida de tantos que solo sentíamos amor por ellos, y que ahora también reímos al recordar situaciones divertidas tan propias de ambos, dotados de esa chispa pícara tan singular de sus rasgos de carácter. Serio y responsable en su trabajo en el Tribunal Penal de Copiapó, lo combinaba con un incesante acercamiento hacia la relaciones humanas laborales, a través de actividades deportivas, reflejo de la prolongación de las pichangas en el campo de su querido y recordado Tinguiririca, con su hermano y muchachos del sector, los que le recuerdan por su sencillez y calidez humana, como lo han manifestado tantas veces. Había en este querido hijo un permanente deseo de compartir y aprender de todos mutuamente.
Un maestro, el profesor Grinsberg, en 1960, nos habló de su convencimiento del Determinismo filosófico en la vida de cada persona : desde la altura de la montaña, un día caerá la roca acabando con la vida del escalador predestinado para tal ocaso.
Pienso que así fue lo que sucedió con nuestro hijo, arrastrando, en su caída, a su más fiel discípulo, el que quizás … no le quiso dejar solo abrazado a un heroísmo que se dá solo en el amor profundo hacia quien se admira y se quiere sin condicíon. ¡Pequeño héroe, cómo admiro y me duele tu sacrificio!…
Padres y hermanos les recordamos y honramos hoy a vuestras amadas personas. Unidos hasta que la vida nos transporte hacia el lugar celeste que les cobija.