I Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo
Siempre he admirado y venerado a los ancianos.
“No venerar a los ancianos es demoler la casa en que tendremos que albergarnos al atardecer”. (A.Karr).
Con cariño dedico estas bienaventuranzas a todas las personas ancianas de Los Andes y de la Quinta Región. Espero las lean y mediten con frecuencia y les animen a seguir viviendo con alegría.
•Bienaventurados los ancianos acogedores, porque tendrán la amistad de los niños y de los jóvenes.
•Bienaventurados los ancianos tiernos y cariñosos, porque serán amados por familiares y vecinos.
•Bienaventurados los ancianos que ríen de su poca agilidad y de su mala memoria, porque hacen alegre la vida de quienes los rodean.
•Bienaventurados los ancianos que abren camino a los jóvenes, y los escuchan en sus descubrimientos y entusiasmos, porque se sentirán jóvenes de corazón.
•Bienaventurados los ancianos que siembran la paz y la concordia, porque ellos vivirán en armonía.
•Bieaventurados los ancianos que en vez de andar quejándose, viven amando y sirviendo tanto cuanto pueden, porque ellos serán felices, a pesar de las enfermedades.
•Bienaventurados los ancianos que ven más las cosas buenas y los valores del presente, que las desgracias y los males, porque ellos vivirán en primavera, aunque esté nublado.
•Bienaventurados los ancianos animosos que se juntan con otros y luchan juntos por la vida, porque ellos lo pasarán bien, aquí en esta vida y en la otra.
•Bienaventurados los ancianos que saben contar cuentos a los niños, echar migas de pan a las palomas, regar las flores, mirar con gozo los juegos de los pequeños y hablar de Dios, de la bondad y misericordia, porque ellos serán reconocidos en el Reino de los cielos.