El Cobre es, desde la caída del salitre, la exportación insignia de nuestro país, siendo el commodity que genera los mayores niveles en las exportaciones del país. Además, éste es uno de los pilares fundamentales chilenos, debido a que parte de sus ingresos, recaudados por el Estado, van directamente a las arcas fiscales, que son utilizadas en el presupuesto país y la inversión pública, impactando en el desarrollo social.
Durante los últimos años, el precio del metal rojo ha tenido fluctuaciones, con tendencia a la baja de su precio. Los motivos principales del decrecimiento en su valor son la estabilización y fortalecimiento de la economía de Estados Unidos (dólar se comporta de forma inversa con el cobre), cambios en tendencias productivas, disminución de la demanda y proyecciones de ésta (decrecimiento de la economía China), los incrementos en los costos de extracción del metal, entre otros. Los efectos directos sobre el país son múltiples: disminución en los proyectos estructurales, déficit fiscal (se coloca en duda el aporte al fisco si el precio cae de 2,3 USD/lb), impacto en la economía local y regional (eliminación de puestos de trabajos directos e indirectos) y efectos en la macroeconomía, debido al efecto de contracción económica (asociado a una menor cantidad de proyectos relacionados a la minería) y el efecto psicológico (inestabilidad generada por presión de la condición futura del país). Todo esto, asociado a la inestabilidad política y económica.
Por tanto, el cobre sí es un eje fundamental en la economía y su condición actual no genera una proyección de crecimiento y de solidez. ¿Solución? en el corto plazo no existe, se deben tomar medidas como recortar presupuestos en gastos excesivos e incentivar la economía interna, buscar solidez en la industrialización, generando demanda interna; con el fin de promover y proyectar estabilidad.
Por: Camilo Cornejo, Académico UNAB