Por: Soledad Garrido, académica Facultad Enfermería U. Andrés Bello
El cambio climático a nivel mundial obedece al aumento de gases de efecto invernadero cuyo aumento de concentración llevan a un incremento de la temperatura media de la Tierra.
Según el diario El Mundo de España en 2017, actualmente el 30% de la población mundial está expuesta a sufrir un calor potencialmente mortal durante 20 días al año o más y, de no reducirse las emisiones de CO2 drásticamente, este riesgo seguirá creciendo.
Nuestro organismo funciona correctamente cuando se encuentra dentro de un rango de temperatura ambiental que no supera los 34°C, cuando se sobrepasa este límite, el cuerpo comienza a destinar energía para regularla, apareciendo efectos secundarios leves y temporales como dolores de cabeza, náuseas, mareos, fatiga, agotamiento y calambres musculares, todo ello por pérdida de agua y electrolitos.
Con el golpe de calor se puede afectar la atención, concentración y la memoria.
Para enfrentar el efecto de las altas temperaturas, la clave está en seguir algunas medidas de precaución como mantener una adecuada hidratación sin esperar tener sed. Se recomienda beber agua en pequeños sorbos cada 10 ó 15 minutos. No se recomienda tomar bebidas azucaradas o alcohólicas, ya que provoca mayor pérdida de líquido corporal. Es importante considerar que los hombres necesitan más líquidos que las mujeres.
Evitar la cafeína y el alcohol, ya que aumentan la temperatura corporal y contribuyen a la deshidratación. En relación a las comidas, optar por comidas a base de ensaladas y frutas permite reponer sales minerales en forma más rápida.