Por: Eduardo Araya Segovia
La Comuna de Rinconada vio partir este Martes al encuentro del Padre Dios a un personaje muy típico, un Loco Lindo y servicial, que con sus locuras, su humildad, su sencillez supo ganarse el corazón de la gente, simplemente era llamado “El Camará”, el amigo de todos, su nombre legal es lo de menos, donde vivía, en cualquier rincón, incluyendo alguna que otra tumba en el cementerio que sirviera para dormir, y en su sabia locura o en su sin razón, decía: “Si después nos quedamos aquí para siempre”. El lunes por la noche, la Secretaría del Club Deportivo Torino, del que había sido uno de sus socios fundadores estaba repleta de gente que iba a despedirse del Loco del Pueblo, a decirle a adiós a “Camará”. Todos querían hablar y compartir alguna anécdota, pero, ¿que tenía este Loco, que se transformó en uno de los hijos más queridos de la Comuna? “Camará” no era un hombre adinerado, por el contrario, pero en su velatorio todos decían que mucho era lo que les había dejado. Nunca se supo que fue un hombre de estudio, pero ¡qué raro!, en las conversaciones se escuchaba que todos habían aprendido tanto de él. Los más viejos –entre los que yo me encuentro– decían que siempre estaba preocupado de dar. Quique Bucarey, recordaba cuando el Loco venía de trabajar con su eterno “saco” al hombro de la uva o los duraznos, y juntaba a todos los chiquillos de una época, que se fue y los obligaba “a comer fruta hasta reventar”, y había que arrasar obligado con toda la fruta que “Camará” traía. Panchito Oyarzún decía: y si veníamos de la Escuela… y uno o dos niños le compraban un helado a Don Marcos Figueroa o a Don Agustín, y los otros no teníamos ni uno, en esa Rinconada tan pobre de años atrás, y quedábamos mirando. Y aparecía Camará y cómo era tan re Loco ni siquiera nos preguntaba si queríamos helado. Simplemente compraba y repartía y después el Ricachón muy forongo partía feliz con su saco al hombro… El Foquí Campos agregaba: “y a lo mejor al otro día no tenía ni pa’ pan”. La hermosa Nicol preguntó: “¿Y creen ustedes que a este Loco alguna vez le importó tener Pa’ su Pan? No habría sido “El Camará” que fue”. Miren decía… y nos mostraba a su hijo pequeño que jugaba corría con otros niños, arriba del Saco del Loco y concluía les apuesto que si vamos a revisar su saco está lleno de dulces, los que siempre repartía eran su muy sencilla felicidad, y bendita sea su locura de dar siempre.
Conco Herrera nos decía: “Camará era Loco y no lo podemos negar, y su locura era de sentimientos, de piel, de corazón, de emociones, para él la vida era un viaje, excitante, y encantador, nunca lo escuchamos quejarse o decir que tenía hambre, o que pasaba frío, o que estaba triste, o desilusionado del mundo o de la vida.
Juanito Castillo decía: Camará era un hombre que amaba la vida… la vida simple, sencilla y sin reparos. El Profe Juan Henríquez agregaba: Camará era un Loco que sabía ir siempre alegre por la vida y le gustaba cantar y le cantaba a su Claudita Bucarey, que era su regalo de Dios… Y por las mañanas al primer atisbo de luz, cuando comenzaba a venirse el día, ya estaba barriendo las calles y veredas… Una vez le pregunté: “¿Por qué tan temprano Camará?”. “Los Locos no dormimos mucho”, me dijo, y agregó: “Es también una forma de darle gracias a Dios por el nuevo día que nos regala. Y yo el simple, humilde y muy Loco Camará, si no tengo nada que dar, lo que además me ocurre siempre, barro las veredas de mi pueblo querido”. Su gran amiga Yana Espínola nos decía: “Camará era un hombre muy, muy rico. Siempre tenía mucho que dar, su saco era un tesoro inagotable”. Su esposo, Lucho Bucarey, agregó: “una vez me hizo sentirme muy pequeño, y todavía en mi propia casa. donde todos le queríamos, dónde siempre había un lugar para él… además este Loco se las traía. Era mucho más inteligente de lo que aparentaba. Un día llegó muy tarde por la noche, re curao’, pasado a tinto del más malo, metiendo boche, yo debía levantarme temprano al otro día, y me descontrolé, lo tomé de la solapa y lo arrastré al portón de salida, y le dije que no quería que viniera más a mi casa curao’, a mi casa, dónde siempre era bien recibido, y con el favor de Dios nunca le iba a faltar un plato de cazuela. Y el Loco lindo se sentó en el suelo, me dijo todo lo que nos quería, a mis hijas, a mi señora, y el patúo grande, hasta se acordó del Gigante Bueno que fue mi estimado suegro, que había sido su amigo muy querido. Y después me dijo: ‘¿Lucho sabes tú cuál fue el primero de los milagros que el Señor hizo en la tierra y el más importante de todos? Es la Alquimia de la Vida, Lucho, lee mañana el evangelio, o pregúntale al Curita’. Lo iba a retar de nuevo, pero con mucha calma comentó: ‘Lucho el verdadero milagro, es cambiar el odio en amor, y el amor es lo más importante, en este mundo’. Hablaba solo, como Loco que era. ‘Y yo los quiero mucho a todos ustedes. En esta casa ustedes son mis hijos, mis papás, mis hermanos, son todo para mí’. Lo apuré y le dije: ya, ya, cuenta, cuenta, cuál fue el primero de los milagros. Su respuesta fue calmada, serena. ‘En las Bodas de Caná, Lucho, es el Ying y el Yang de la vida. La santísima Virgen le dijo al señor: ‘¡Oye, se acabó el vino… y es una Boda! ‘¡Madre!’ – alcanzó a decir Jesús – y la Virgen Madre no lo dejó seguir- : ‘¡Tú eres el señor, tú eres el hijo Dios’, y la mamá manda pos Lucho. Le dije un par de palabrotas, lo levanté del suelo y abrazados nos fuimos adentro y destapamos una botella de buen tinto con el Loco Lindo. Cuando la Yana, mi señora, nos sintió y me quiso retar una vez más, le dije: ‘No, mijita, hoy me perdona y no me reta, ya que este Loco amigo suyo y mío me enseñó que siempre debemos dar gracias a Dios y usted y mis chiquillas son un sol para mí’, hasta la Yana terminó brindando con nosotros. Sólo dijo: ‘Dios mío, ahora los Locos de la casa son dos’. Y terminamos todos abrazados…”
En la pequeña Rinconada terminamos rogando al Dios de la Cruz, al Dios del perdón misericordioso que, como decía Claudita Bucarey, debe estar riéndose con el querido Camará de todas sus locuras y diciéndole: “misión cumplida, Camará”. Fuisteis mucho más que un hombre rico, fuisteis un hombre millonario, por todo lo que regalasteis en tu paso por la tierra. Y muy humildemente en nombre de los muchos amigos de “Camará” terminamos pidiéndole al señor Alcalde y su honorable Concejo, que como siempre hay poblaciones, nuevas y nombres que colocar a sus calles, y en ellas se construyen plaza con juegos para los niños, que una de ellas sea la “Plaza de CAMARA” y si los recursos alcanzan, construir un monolito que recuerde a este Loco Lindo y servicial y que en dos frases diga algo de ese ser humano especial que nos regaló Dios y la vida.