Por: Óscar Flórez Suárez, académico Facultad Enfermería U. Andrés Bello
Después de tres meses con el horario de invierno, este sábado 13, los relojes se adelantaron una hora.
Diferentes estudios, han demostrado que el ser humano funciona por medio de regulación cronobiológica (cambios biológicos según las horas del día), lo que algunos autores lo llaman como “ciclos circadianos”, en lo que influye la iluminación del sol y los periodos de oscuridad para metabolizar algunas hormonas y vitaminas; este cambio de horario es beneficioso para la persona, ya que mediante la iluminación prolongada del día se tendrá mayor oportunidad para aprovechar diferentes recursos del organismo, que favorecen el crecimiento, la regeneración ósea, el estado de ánimo, la elasticidad de la piel, entre otros.
Se estima en promedio que la adaptación a los cambios de horario se da en las primeras 48 horas y que las 24 horas iniciales son las más difíciles. Sin embargo, esto depende de diferentes aspectos, como la edad, los hábitos que tenga cada persona, haber vivido estos cambios de horario previamente y/o la presencia de enfermedades. Siendo más vulnerables, los adultos mayores y los migrantes que no tengan cambio de horario en sus lugares de origen.
Los niños y adolescentes tienen una mayor capacidad de adaptación y el mayor riesgo está asociado a la presencia de enfermedades respiratorias, más que por la luminosidad, por los cambios drásticos de temperatura (temperaturas bajas en la mañana y altas en la tarde) y factores alérgenos por la primavera principalmente.