CUANDO LA TECNOLOGÍA MATA LA AUTORIDAD HUMANA
Por: José Ramón Toro Poblete, profesor Liceo Max Salas Marchán
En el campo de la Psicología, el octogenario Paul Ekman, fue pionero en el área del estudio de las expresiones faciales en los años 70, y creó un catálogo de más de 5.000 movimientos musculares para mostrar cómo la arruga más sutil de la nariz o un movimiento de ceja revelaban emociones escondidas. Años después, temió haber creado un monstruo pues, un grupo de empresas comenzaron a utilizar su investigación como la columna vertebral de una tecnología que se apoya en algoritmos para analizar las caras de la gente y, posiblemente descubrir sus sentimientos más profundos. En USA, los opositores al actual mandatario, aplicaron esta tecnología para demostrar cuando se enojaba o cuándo y cuántas veces mentía. También, se podría utilizar para alertar a un conductor de camión de alto tonelaje, cuándo está agotado y, producto de su cansancio pueda causar un accidente de proporciones, aunque los científicos dicen que la usan para hacer estudios de mercado y detectar si los satisfactores permiten al cliente, egresar de sus locales comerciales conformes y felices. Siempre quedará la duda de su recto uso.
El año 2012 la FIFA introduce la Tecnología, en el campo del deporte fútbol, con el llamado Ojo de Halcón, que sigue la trayectoria del balón en todo momento y, está compuesto por una red de cámaras de alta resolución situadas en diversos puntos del estadio, que recoge todos los datos (imágenes) que son enviados a un sistema los que, después de ser analizados a la velocidad de la luz, son enviados al reloj del árbitro cuando el balón traspasa la línea de gol. Esto tarda aproximadamente un segundo. Y, también el llamado Chip Inteligente que está insertado en el balón de fútbol y, cuando éste traspasa la línea, avisa al árbitro con una señal al reloj que porta en su pulsera.
Ahora se ha dado paso al llamado VAR que es la asistencia por video a los árbitros, asunto que ha causado una gran polémica porque posterga una celebración. ¿Una celebración? ¡Sí! Y, esa tiene un nombre universal, se llama GOL.
Aquí está el punto del conflicto. Se produce un gol que el juez de línea y el juez de arco (hay uno en cada arco), más el juez de cancha validan como legítimo. La hinchada presente salta de júbilo y festeja, lo mismo que miles o millones de televidentes o auditores que celebran al instante la conquista de su equipo o selección. El punto de conflicto es que, un sinfín de emociones, ahora, está sujeto a la incertidumbre, esperando que los jueces de video, sentados en una sala especial, desconectados de las emociones que se viven en el campo de juego y tribunas, den un Juicio Tecnológico, ni siquiera técnico. ¡Tecnológico!
El juez, es una persona capacitada y preparada para tomar decisiones muy rápidas. Aplica reglas, normas, decide en fracciones de segundos. Lo mismo los jueces de línea que levantan la banderola de inmediato cuando un jugador comete una infracción a las reglas de juego. Algunos de ellos, en la historia eso sí, han cometido errores con grandes consecuencias. Errores que siempre se han tomado y aceptado como parte de las reglas del juego, presumiendo a priori que el juez del partido, un profesional, buscará siempre la objetividad e imparcialidad.
Y, en este escenario me preocupan dos cosas. La primera son las posibles reacciones de una barra cuya pasión sea más fuerte y desplace a la razón y prudencia, teniendo consecuencias de carácter catastrófico. La segunda cosa que me preocupa es que una máquina, un algoritmo postergue y deje sin autoridad la figura de un Juez y de los jueces asistentes.
¿Habrán pensado en lo peligroso que es jugar con las emociones de una masa que es movida por una pasión? ¿En los efectos que produce en los jugadores y cómo, incidirán a la larga, con el espectáculo del deporte fútbol?.
Es muy distinto, por ejemplo, cuando un médico, es asistido por la tecnología para tomar una decisión frente a la realidad de una persona enferma. La decisión estará siempre en “las manos” del facultativo y, la persona enferma no pondrá en duda la decisión de éste. Es más, se entregará y confiará. Y, sigo ilustrando con cosas más cotidianas: ¿Quién pone en duda la capacidad, idoneidad e intención de un conductor de un taxi, de un bus? Tiene que ser una cosa muy evidente pero, puedo afirmar que casi nadie. ¿Quién duda del piloto de un avión comercial que ni siquiera logra ver o saber su nombre y nacionalidad?
Casi sin darnos cuenta, allá muy lejos, un grupo de personas decide en medio de mesas lustrosas, pisos alfombrados y fino servicio a la mesa, por miles de millones de personas cuya pasión es el fútbol. Casi sin darnos cuenta, la tecnología (que en sí es muy buena), busca salvar intereses económicos y comerciales pues, en cada mundial, los millones de dólares que danzan y se arriesgan son incalculables…., casi sin darnos cuenta, la tecnología está al servicio de los intereses económicos y no del deporte fútbol…., casi sin darnos cuenta, las emociones y sus consecuencias no interesan…, casi sin darnos cuenta, la tecnología….
Que sea feliz.