¡Castigos que duelen!

¡Castigos que duelen!

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José Ramón Toro

Por: José Ramón Toro Poblete, profesor Liceo Max Salas Marchán.

Cuando un pequeño o adolescente transgrede un acuerdo familiar o una regla establecida por la familia y sociedad, es lógico que espere un castigo o, por último un reto mayúsculo de parte de sus padres.

Los castigos pueden ser privación de algo, de una libertad (los llamados permisos), o el reparo más formativo cual es realizar un trabajo en bien propio o de la sociedad dañada (familia). Estos castigos, un niño o un adolescente lo espera. ¡Sí!, es algo de sentido común. Claro, estoy pensando en padres que tienen la capacidad de educar, no en esos padres permisivos o indiferentes. Esto es lo primero.

Lo segundo, se refiere a los padres que, sin preparar, sin saber interpretar ni conocer el ritmo de vida, los aprendizajes y descubrimientos de sus hijos, le dan una libertad a la cual no están preparados por falta de experiencia, de madurez y responsabilidad. Son los padres llamados modernos que confunden libertad dada a sus hijos, con sacarse un problema de encima, dejando todo en manos de ellos, los que están muy lejos de tomar determinaciones o decisiones equilibradas y certeras.

Y, así el pueblo los castigó con la indiferencia, basada en la falta de credibilidad (poniendo a todos en el mismo saco, porque hay políticos honestos). Y, la indiferencia se tradujo en la acción de No Votar o sufragar. Y, el mundo político, herido y humillado, se defiende diciendo que “los que no votan no tienen derecho a alegar”, cuando precisamente su “alegato o reclamo”, fue la abstención de un casi 80%. Y, cabe entonces la pregunta: los Alcaldes y Concejales elegidos ¿Representan a su comuna? o, ¿solo representan a ese ínfimo 20% de la suma de sus partidarios que fueron a votar?

La Abstención fue un Castigo y, más dolió pues tuvo sabor a Indiferencia.

Pero, si pensamos en la segunda idea, creo que “este niño” llamado Pueblo, después de muchos años de No Educación Cívica, tiempo de dictadura, (considero a las personas que tienen menos de 55 años actualmente), es claro que en momentos como este, hacen uso de su libertad (dada por los mismos políticos) para no votar. Los mismos políticos dieron esa libertad, (acusando un desconocimiento mayúsculo de ésta) que la ciudadanía, en cierto grado inmadura, hizo uso de ella, para no acudir a las urnas.

Estoy seguro que, con el voto obligatorio, el mismo porcentaje de abstención, se habría traducido en amargos votos nulos.

Una cosa valoro. La ciudadanía de modo pacífico ha dado un claro mensaje al mundo político para que cumpla lo que jura y promete, para que no traicione la esencia del servicio público y la nobleza de la política.

No estaría feliz ni tranquilo, si hubiese postulado y sido elegido como alcalde o concejal con una parte del porcentaje del 20% de quienes votaron, sabiendo que hay un 80% que ni siquiera pensó favorablemente en mi proyecto o que disintió de este.

Por último, para pensar, me asusta el apreciar que la constitución haya consagrado y exaltado a la propiedad privada como un valor máximo de la sociedad, convirtiendo a las personas más que en ciudadanos, en un simple consumidor de bienes.

¿Lo había pensado? El que no fue a votar ¿era el ciudadano o el consumidor?

Y, a las nuevas autoridades comunales, les deseo prudencia, sabiduría y reciedumbre para ser fieles a la esencia de la noble política y, mucho éxito en bien de la ciudad y de cada ciudadano que la habita.

Que sea feliz

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