Por: Franco Contreras
El guion de incertidumbre, dolor y muerte parece ser uno de los best seller de la política exterior de USA y algunos países de Europa. Ya lo hizo Colin Powell en cuanto al supuesto arsenal de armas de destrucción masiva que poseía Saddam Hussein, y hoy observamos el mismo guion con la destacada actuación de Nikki Haley respecto del ataque con armas químicas en Siria. Mientras tanto, la morbosidad intrínseca de los mas media estrena portadas con el objetivo de fabricar una opinión que entregue consentimiento a la dominación corporativa sobre las masas.
Bajo esta lógica cualquier atisbo de autodeterminación debe ser destruida. Así lo experimentó el Chile de Salvador Allende y, en las ultimas décadas, los gobiernos progresistas Latinoamericanos.
Afortunadamente Lula, Nestor, Cristina, Chavez, Rafael, Evo, Daniel y Mujica lograron dar continuidad a procesos de desarrollo y disminución de brechas sociales, especialmente en el cono sur. Casos como el de Bolivia por ejemplo, que muestra indicadores de crecimiento económico y desarrollo saludables a pesar de los constantes ataques, es notable.
Aunque Dilma y Fernando no lograron completar sus periodos, todos han sido exitosos en crear y/o consolidar las bases para un funcionamiento democrático que se refleja en la transición, en la mayoría de los casos, pacifica y acorde la institucionalidad del poder, sus funciones y el espíritu independentista que nos forjo, lo cual es un triunfo, considerando los grupos de presión y la animosidad de algunos titulares.
Hoy la cuestión Siria no solo se trata de los misiles de Trump, Bush (padre e hijo), Clinton (Bill and Hillary), Blair, Obama y la OTAN, sino también de conciencias distorsionadas por la maquinaria mediática, esa misma que fabrica monstruos en cualquier lugar donde la hegemonía del imperio es cuestionada, débil o inexistente, atribuyendo toda la maldad del mundo a Corea del Norte, Irak, Libia, Siria y obviamente Rusia, creando clasificaciones mediáticas como “el eje del mal” y atribuyéndose el virtuosismo de ideales de justicia, paz y buena voluntad después de un grandilocuente “god bless america” .
“Lo que no hace la razón lo hace el diablo” (Fiódor Dostoyevski – Crimen y castigo).