Agradecen valiosa colaboración de entidades
Una silla de ruedas eléctrica es el regalo que hizo el Centro de Reciclaje Gran Esperanza de Los Andes al joven Jonathan Flores Galdamez, de 29 años, uno de sus activos integrantes desde hace prácticamente cinco años, quien cumple diariamente labores de seleccionador de papeles.
Lo anterior se hacía muy necesario, por cuanto sufre atrofia de los músculos distales de las cuatro extremidades y utilizaba una silla de ruedas tradicional en la que se movilizaba desde su casa en la calle Béjares hasta dicho centro en el ingreso a Esmeralda Poniente y de regreso a su hogar, lo que le demandaba un tiempo de traslado de hora y media en cada desplazamiento.
Jonathan a los 8 años comenzó a presentar dificultades para caminar y en forma progresiva empezó a sufrir una disminución de fuerza de los músculos de sus piernas y atrofia de los músculos de sus pies, para posteriormente también comprometer los músculos de sus antebrazos y manos que se atrofiaron. Esta enfermedad lo confinó al uso permanente de silla de ruedas para su traslado y los problemas en sus manos hacían cada día más difícil el manejo de la silla.
El 30 de noviembre del año pasado el doctor Mario Iglesias Navarro, neurólogo, emitió un informe médico del paciente con diagnóstico de una neuropatía periférica progresiva tipo Charcot Marie Toot y en donde fue categórico en recomendar que debido a este cuadro “se hace necesario, desde ahora, el uso de una silla de ruedas eléctrica para un traslado menos dificultoso”.
Por lo anterior, en el Centro de Reciclaje Gran Esperanza se propusieron adquirirla y para ello comenzaron una serie de gestiones, las que no estuvieron exentas de dificultades, pero finalmente se logró el objetivo.
“VERLO A ÉL CONTENTO NOS GRATIFICA ENORMEMENTE”
Al respecto, Rosa López Jara, coordinadora comunal del Programa de Integración Escolar (PIE) del Departamento de Administración de Educación Municipal (Daem) Los Andes, manifestó que motivó llevar adelante esta iniciativa “por el hecho de ver a Jonathan esforzarse tanto para llegar a este lugar, con frío o calor, desplazándose con muchas dificultades por su enfermedad y en una silla de ruedas tradicional que no estaba en buenas condiciones”.
Por ello se comenzó a establecer contactos con redes a fin de poder obtener los recursos para la compra. “Golpeamos muchas puertas y la verdad es que no tuvimos buena recepción en un principio, pero seguimos insistiendo con otras instancias y después de mucha lucha tuvimos el apoyo que necesitábamos que nos permitió, entre uno y otro aporte, reunir el dinero para comprar esta silla de ruedas eléctrica, con la que Jonathan cuenta hace dos semanas. Estamos muy felices porque lo logramos y verlo a él contento nos gratifica enormemente”.
La coordinadora Rosa López hizo público los agradecimientos a las entidades que apoyaron como por los montos gestionados y aportados a la iniciativa, Orasmi de la Gobernación Provincial de Los Andes, a través de Verónica Rosende ($300.000); Orasmi Central en Santiago ($400.000), Departamento Social de la Municipalidad de Calle Larga ($150.000) y la campaña realizada por los participantes del Centro de Reciclaje Gran Esperanza y profesionales del PIE ($250.000).
“YA NO ME CANSO TANTO”
Por su parte, Jonathan Flores se mostró profundamente agradecido por este gran regalo y todos quienes colaboraron, ya que por su situación económica hacía impensado poder comprar una silla de ruedas eléctrica.
“Me ha ayudado bastante en el trayecto que debo hacer hasta el centro, porque ya no me canso tanto, es algo más relajado y reduje el tiempo del traslado, ya que hoy me demoro solo unos 40 minutos, lo mismo cuando vuelvo a mi casa. Todo estos años me tenía que movilizar en la silla de ruedas tradicional impulsado con mis manos o bien ayudado por mi pareja Maritza Guzmán que me traía”.
Comentó que pocas veces podía trasladarse en taxis colectivos, al criticar que “hay conductores que no ayudan, que parece les da flojera bajarse o dicen que las sillas no les cae en el portamaletas, algunos muy mala voluntad”.
Cabe destacar que junto a esta labor, el joven integra y juega en un club de rugby en Santiago junto a su hermano Cristofer, con quien fue campeón nacional y tuvo la posibilidad de ir a participar en los Juegos Paralímpicos en Brasil.