Por: José Ramón Toro Poblete, profesor
Ha ocupado espacio en las noticias la última encuesta CEP sobre la Religión en Chile. Y, no es para menos porque, sigue siendo en su gran mayoría un país creyente y religioso.
La Encuesta tiene V Capítulos o “partes” llamadas: 1.- Denominación Religiosa, 2.- Creencias Religiosas, 3.- Comportamiento Religioso, 4.- Transmisión Intergeneracional de la Fe y, 5.- Percepciones sobre las Religiones y su Iglesia
El lugar donde lo puede leer y consultar es:
En fin. Una encuesta puede leerse según lo que el lector quisiera saber, confirmar, denostar o bien para causar sensación e impacto en la opinión pública. Lo que sí, es relativamente claro que, una Encuesta no causa gran impacto en el individuo sino que, en el colectivo. No tanto en la persona, como en una Institución. Son las instituciones, constituidas por personas (en este caso creyentes) las llamadas a reflexionar sobre estos datos numéricos y cuantitativos.. Los llamados ¡Fríos números!, que dicen mucho a las instituciones religiosas: sus epíscopos, sacerdotes, pastores y fieles más comprometidos.
Quienes son responsables de las instituciones, deberán tomar muy en serio los resultados de este trabajo de carácter científico, donde es claro que, la cabeza o representantes de toda institución religiosa están y, han sido cuestionados, en términos generales.
Y, me atrevo dar un pequeño paso y reflexión ante esta desencarnada realidad (que a algunas personas puede incomodar o parecer de una insolencia desmedida), donde solo me referiré a la institución religiosa a la cual pertenezco: la Iglesia Católica.
A partir de estos datos, todo laico deberá tener muy claro, ante esta nueva realidad y escenario de nuestra Iglesia en Chile que, el sacerdote o cura (también es el deseo del Papa Francisco) deberá dejar de ser, creerse, sentirse “el patrón de fundo”. Son los Laicos, los miembros de una parroquia o comunidad quienes deberán corregir esa debilidad que, desgraciadamente, algunos miembros de la misma comunidad alimentan y/o son cómplices de ello. El mal uso del poder, convirtió a algunos consagrados en delincuentes. Así de fuerte!
Ya pasó el tiempo y la época donde el sacerdote decía ¡Aquí se hacen las cosas como yo digo! Y, el que no lo acepta ¡Váyase!… si aún quedan sacerdotes así, ellos, me perdonen, ¡Nada han entendido! No han entendido que la misión del Laico es el trabajar (junto al sacerdote) como hermanos y reconocerse compañeros de ruta, llamados a compartir el Pan, el Camino y la Vida, porque todos los laicos, juntamente con los sacerdotes, religiosos y religiosas, constituimos el único pueblo de Dios y cuerpo de Cristo. Y, esto hay que hacerlo inspirados en la caridad pero con vehemencia o fuerza. ¡Hay que comenzar por casa!
Nuestra Institución, la Iglesia, tiene una cabeza visible y es la del sacerdote. A este sacerdote hay que cuidar que caiga en el abuso de poder (que es una de las causas de la crisis y las cifras no felices de la encuesta). A este sacerdote hay que apoyar y, si es necesario aconsejar y corregir, siguiendo los consejos de San Pablo. A este sacerdote hay que ayudar se sostenga en su vocación y viva en santidad su consagración. Es parte de la misión del Laico pues en las manos del Laico está la delicada misión que la Institución vuelva a ser creíble, confiable, iluminadora, acogedora y centro de unidad.
Que esta Navidad, nos permita ser humildes como Jesús; que fue acunado en un pesebre. Esta Navidad, nos permita saber interpretar los acontecimientos a la Luz del Evangelio.
Esta Navidad, haga posible un nuevo nacimiento en la Iglesia que sea Luz y Sal de la sociedad.
¡Paz a los hombres de Buena Voluntad!
Que sea feliz