Por Cristian Videla Santander – Psicólogo
Vergüenza es un buen calificativo que debemos sentir, cuando vemos en televisión o redes sociales las imágenes de tres episodios patéticamente denostables que nos grafican un Chile vulgar y prepotente, del cual somos parte hoy.
Tenemos el ya famoso Presidente de Gasco, corriendo cual rebaño y patrón de fundo a las personas de su propiedad, su playa. «Les digo de buena manera por favor, me podrían dejar tranquilo con mi familia porque tengo lleno de invitados. Ustedes se me van a ir y si no voy a venir a sacarlas yo de manera no tan pacífica». Después aparece uno de los 50 mejores abogados de Chile y de Unimarc “roteando y garabateando” a los funcionarios de un supermercado. La guinda de la torta viene del Ministro Chadwick con una tremenda falta de educación y empatía avergonzando al Sr. Ulloa y su ya famoso “no me digai lo que tengo que hacer”
¿Qué tienen en común estos tres personajes?
Nos muestran en pleno el Chile de hoy.
Un Chile prepotente con una personalidad arribista, materialista y clasista. Un Chile lejos de la formación humana, empática y fraterna. Un Chile polar, que marca con potencia la diferencia de clases, que se engalana, cual pavo de navidad con sus propiedades, poderes y atributos asociados.
Un Chile sin respeto por el otro.
Ojalá podamos reflexionar, pues también nosotros somos parte nos guste o no de esta construcción país. Sin dudas no podemos pensar que todos somos así, pero al menos dejemos un momento para analizar estos hechos.
Pensemos en hacer un análisis personal de nuestro comportamiento en la convivencia con otros.
Debemos intentar ser mejores en nuestras relaciones humanas valorando y dignificándonos todos en igualdad. Lo que hemos visto simplemente no resiste análisis, pero no olvidemos que las radiografías de un país lo hacen sus personas con sus actos. Actos reprochables.