Como el loly papito

Como el loly papito

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Por: @rodrigosolo

Como el loly.

Conjuguemos: ella, tú, yo, nosotros, ellos. Vosotros sería como un término anti-guo. Pero sí, estamos como el soberano loly —así afirma la gente allá afuera—. Un loly sabor a frambuesa eso sí, pero yo creo que es una competencia de loly-crisis.

Llegó el minuto de decir que estamos jodidos, nos fuimos a la b, no te dije yo que algún día debíamos caer, qué jaguares, qué grupo de naciones emergentes, qué campeones de América.

Todos estamos como el loly porque era el momento de decir que teníamos un mal designio de los astros, un mal de ojo eterno en nuestra historia.

En mi caso pienso que no estoy como el loly —siempre llevando la contraria uno—. No sé, una cosa de actitud, casi mesiática de poder influenciar mi entorno para derrotar el maldito virus con cosas buenas. El otro día escribí en twitter que yo sentía que había comenzado con pequeños cambios saludando a mis vecinos, a preguntarles cómo estaban. Nunca me habían interesado, pero hasta comencé a comprarles mandarinas cuando pasaron a ofrecerme. Por otra parte, un docto Patricio Navia, que también está en el mundo de lolipop hace rato me criticó qué como se me ocurría interactuar con mis vecinos, yo tenía que permanecer encerrado, en modo mute con el universo.

Estuve a punto de replicarle, decirle qué te has creído de darme cátedra con tus conceptos con olor a naftalina y de guerra permanente. Pero no. Que se friegue solito, como esos jugadores en las pichangas que se marcan solos. ¿No les pasa eso mismo? Uno se topa en la vida —antes que nos estrellemos con un asteroide prometido o una pandemia el doble de la actual— con personas muy enojadas con el universo. En todos los ámbitos, que te hacen la guerra. En mi primitivismo suelo imputar aquello al kinoacumuléichon. Pero son análisis mios, cosas de provinciano que todavía piensa que por ahí habemos giles que saludamos al otro, contamos un chiste, algo positivo. En esta fauna uno es el raro si sonríe.

Rebélese señor lector.

No sea gil, que su vida la manda usted y no otro. Sea diferente.

Cuando le digan que estamos como el loli, sorprenda. Repita conmigo: no estoy como el loli, gozo de buena salud, duermo sin miedo y despierto sin angustia. (Usted no tiene porqué saber que eso lo dijo Francoise Sagan, acuérdese que se lo dije yo)

¿Cómo estamos?

Yo: como un chocolito, dulce y cremoso.

¿Y usted?

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