Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo
Uno de los hechos que más llama la atención en el último tiempo, es la creciente frecuencia de la delincuencia en la que participan menores de edad, niños de 13 y 14 años.
Según las estadísticas, uno de cada tres condenados por robo con fuerza y violencia es menor de 19 años.
Muchas son las causas que originan y llevan al menor a delinquir. Señalaré solamente algunas que usted, padre o madre que lee este artículo, puede cometer “sin querer queriendo”, con su hijo.
1. Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que le pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2. Cuando diga malas palabras, ríaselas. Esto le hará pensar que es muy gracioso y le animará a decir palabras aún más “graciosas”.
3. No le dé ninguna educación espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente por sí mismo.
4. No le responda nunca, ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpa. Cuando más tarde lo arresten por algún delito, se consolará pensando que la sociedad está en contra de él y que es víctima de una persecución.
5. Recoja todo lo que él deja tirado: libros, ropa, zapatos, juguetes, revistas… Hágaselo todo, ahórrele esfuerzos. Así creerá que todos están a su servicio y se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6. Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide bien que sus platos, cubiertos, vasos estén esterilizados, pero deje que se le llene la mente de basura.
7. Discuta y pelee a menudo con su cónyuge en presencia de su hijo. Así no se sorprenderá ni le dolerá demasiado el día en que la familia quede destrozada para siempre.
8. Déjele todo el dinero que quiera gastar, no vaya a sospechar que para disponer de él es necesario trabajar. ¿Por qué dejar que el pobrecito pase los mismos sinsabores que usted?
9. Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades, caprichos y placeres. La mortificación y la austeridad no harían más que conducirle a una frustración perjudicial.
10. Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con los compañeros, profesores o policías. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo, que le tienen entre ceja y oreja y que le quieren mal.
Recuerde: El delincuente no nace, se hace o le hacemos.