“Marta, te preocupas y te inquietas por muchas cosas”. Lucas 10, 38.-
Por: Estanislao Muñoz
Quien no ha jugado taca-taca en su vida, de niño o adolescente, he visto algunos más viejos que yo jugando con sus nietos y dando clases. La gracia que tiene este juego es que no discrimina, lo juegan pobres y ricos, mujeres y hombres, etc. y etc. Y la otra gracia que tiene es que se juega en patota, en familia y cuando jugábamos con la niña que nos gustaba, nos dejábamos ganar. Pero ahora, lo que nos trae, no son los que juegan y se entretienen, sino los monitos de madera o plásticos, ellos nos muestras una realidad que es digna de analizar. Los monitos de taca-taca están en constante movimiento, incansables, infatigables, para el lado izquierdo, para el lado derecho, vuelta de carnero para adelante, vuelta de carnero para atrás. Su principal actividad es el movimiento, pero se han fijado que no avanzan, están siempre en la misma línea, se cansan, se agitan pero siempre en la misma línea, ni un paso atrás ni un paso adelante. Siempre ahí. Nadie les puede criticar que no se mueven, pero no avanzan. Cuantas veces nosotros y nuestras instituciones nos parecemos a los monitos de taca-taca. Terminamos el día agotado, la semana hecho pebres y al mes, somos unos estropajos. Y seguimos ahí mismo o el avance no justifica el sudor derramado y el stres que nos mata.
Y nuestras instituciones más sagradas, por las mismas : nuestros diputados arman comisiones que luego nadie sabe los resultados, nuestros policías agarran a los que pueden y lo pasan a los tribunales y estos ni los encarcelan ni los rehabilitan, los economistas dicen que el reajuste debe ser bajo, pues la situación es mala y cuando esta buena, dicen que hay que ahorrar, nuestros empresarios se reúnen en Icare y las lagrimas salen por las puertas y ventanas de esos elegantes salones, el Banco Central mira la bola de cristal y mueve la cabeza. Nuestra Iglesia más o menos en las mismas, citamos al Concilio Vaticano II, a Medellín, a Puebla, a Aparecida, unas pocas citas de Francisco, para darnos un toque de modernismo, la Misión Territorial, la Permanente, ahora el Año de la Misericordia, yo creo que no es malo, pero es insuficiente, pues todo ha permanecido igual. No hay un cambio, hay un agitarse, un desgastarnos sin avanzar.
La estructura esta igual, todo ha sido transformación Avon, puro maquillaje. Ni los diputados, ni los empresarios, ni los jueces, ni los obispos buscan cambios, pues los cambios les van a quitar poder y el poder es adictivo, te agarra y te agarra y no siempre te suelta. Y las voces disidentes y criticas nos molestan: no tienen experiencia, son idealistas, otra cosa es con guitarra niñitos, no tienen idea, que saben esos, si no se les seca ni el ombligo etc, etc. Puede que no venga al caso, pero es lo único que se me ocurre: el texto de Lucas 10, 38, donde María escucha a Jesús, mientras Marta hace las tareas de casa, y le dice: “Maestro, no te importa que mi hermana María me deje sola en los trabajos de la casa y no me ayude ¿y Jesús le dice: Marta, te preocupas de muchas cosas, una sola es necesaria y María escogió lo importante y nadie se lo quitara”. A primera vista una trabaja y la otra flojea, y nosotros, por supuesto estamos con Marta, la trabajólica, lógico, es empeñosa, emprendedora, hasta servicial. La otra mira, escucha, aprende, piensa y reflexiona en su actuar, para que al final del día pueda mirar lo realizado y realizado bien, a conciencia, con probabilidad que sirva a otros y perdure. No es un monito de taca-taca que se agita en forma estéril y se agota en su actuar.
En este Año de la Misericordia que Francisco nos ha dado como desafío, como línea de acción, cual será nuestro actuar, cual será nuestra acción, para que perdure en los demás y en nosotros y no terminen siendo “palabras de buena crianza” o un bonito slogan que invento un creativo. Bonita tarea para este 2016 que comienza.