Por: Hno. Ángel Gutiérrez Gonzalo
Creer y crear, amigos lectores, son dos verbos que no hay que olvidar en las escuelas y colegios, en las comunidades educativas. ¿Por qué son verbos tan importantes? Pues porque apuestan por el crecimiento y la mejora, los dos grandes objetivos de la educación.
Creer en ti. Es lo primero. Creer en tus posibilidades. Creer que puedes lograr lo que te propones. Que puedes aprender. Creer que tienes varios tipos de inteligencia. Creer que puedes comprender y decir con tus palabras lo que los seres humanos a lo largo de la historia, han ido descubriendo de sí mismos, del mundo y de los secretos de la vida.
Creer en los demás. Creer que son buena gente, que pueden ayudarte con su amistad, con su comprensión, con su apoyo, con su solidaridad. Creer que la escucha, la sensibilidad, el compartir y la comunicación nos hacen más y mejores personas. Creer en los sueños de los demás y sentir que están a tu lado, en tu camino común de personalización y socialización que es el resumen de la educación.
Creer en la vida. Creer que es posible lo que algunos llaman utopía. Creer que se puede ser feliz más allá del dinero. Mi amigo Fito dice que “el dinero es lo más importante, cuando no hay otras más importantes que el dinero”. Y yo le digo que sí, que “hay otras cosas mucho más importantes que el dinero”.
Crear nuevas preguntas. Para aprender nuevos conocimientos. Crear otras respuestas. Buscar otros caminos de aprendizaje. Cada problema, cada situación, tiene muchas maneras de solucionarse. Crear nuevos métodos para aprender. Un ejemplo: a nadie se le olvida el teorema de Pitágoras cuando lo estudia en el patio con baldosas. Crear nuevas formas de explicar, de estudiar, de resumir, de preguntar, de contestar, de evaluar.
Crear relaciones diferentes… Entre los conocimientos y entre los compañeros. Establecer, desde la inteligencia, conexiones originales entre lo que nos enseñan y lo que habita en nuestro cerebro, en nuestra mente. Hacer nuevas amistades. Defender a los que no saben defenderse. Disfrutar de los momentos de recreo y de los momentos en los que, en clase, podemos ayudar a los demás en un trabajo cooperativo.
Crear un ambiente de optimismo. Hay que crear una cultura de la alegría, de dar importancia a lo que más importa: Cada alumno, cada profesor, cada persona… Crear esperanza. Crear un lenguaje común, respaldado por todos, que diga que siempre se puede, que siempre se puede un poco más… Crear una forma de ver las cosas que nos ayude a cada uno a descubrir levemente e ir entrando en el misterio maravilloso de crecer en sabiduría, amistad y gozo.