Por: Arturo Venegas Gutiérrez
Chile vive una crisis con repercusiones económicas y sociales que incluyen Seguridad Pública, desempleo, desconfianza en el futuro e inquietudes personales. Ello trae consigo manifestaciones y protestas pacíficas pero también violencia callejera, vandalismo y delincuencia incontrolable. Todos vemos un futuro gris, tanto los sectores del capital como el laboral.
Para palear un poco esta situación se están realizando mejoras legales en materia de salarios, pensiones y salud y otras en el Parlamento. Sin embargo, el clima social no se calma y siguen los brotes de violencia y saqueo que perturban la vida cotidiana a todos sin excepciones.
Ello se debe en gran medida en mi opinión, a que el trasfondo de esta crisis es de orden ético o moral. En efecto, los chilenos hemos presenciado estos años múltiples hechos de corrupción cometidos por representantes del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo que conforman nuestra democracia y también del sector empresarial. Prácticamente la mayoría de nuestras instituciones democráticas han sufrido el desprestigio causado por escándalos de corrupción o cohecho y también actos de inmoralidad pública que ha afectado a las instituciones religiosas.
Lo mismo ha ocurrido en parte de las fuerzas armadas y carabineros y hasta en el área deportiva.
Agreguemos a ello el abuso que se comete con los fondos públicos que todos aportamos con nuestros impuestos cuando los Congresales y funcionarios públicos ganan dietas y sueldos millonarios frente a la remuneraciones de la mayoría de los chilenos.
Por eso, señalo que la crisis que vivimos tiene un trasfondo ético o moral que exige soluciones paralelas a la reformas económicas y sociales que se están realizando. Así la rebaja de las dietas parlamentarias y de los altos sueldos de la administración pública y de las empresas del Estado como Codelco es una de las urgentes medidas para corregir esta crisis. A su vez los sectores del gran capital deben dejar funcionar el mercado evitando colusiones que afectan los precios de productos básicos.
Pero también se requiere la renovación de las organizaciones religiosas y deportivas y de las fuerzas armadas para que recuperen su prestigio y den confianza a los chilenos.
Sin resolver la crisis moral que sufrimos los chilenos será muy difícil resolver la crisis actual que vive Chile.