Héctor Sánchez
Director Instituto Salud Pública U. Andrés Bello
En los años 90 se diagnosticó la crisis y se recomendó intervenciones al sistema de salud y hospitales públicos, desde reformar su modelo de gestión a transformarlos en empresas públicas. El mundo político, por razones ideológicas y temor a los gremios, no abordó integralmente los cambios, ya que la reforma del 2005 introdujo una serie de cambios insuficientes y mal implementados.
Todos los gobiernos incluyendo el de Piñera, han atacado síntomas y no problemas. Se han duplicado los recursos financieros, capacitando más de mil altos directivos, formado especialistas, construyendo hospitales, cambiado mecanismos de asignación financiera, introducido tímidos incentivos al desempeño y creado la subsecretaría de redes asistenciales. Fracasamos como país, baja la productividad, crecen las colas, faltan especialistas, aumenta el ausentismo laboral (8%), mayor insatisfacción usuaria y la deuda hospitalaria llega a MM$150.000.
Esta crisis se agravará si no enfrentamos:
1.- Cambiar el modelo de atención y evitar que la gente enferme con políticas de salud pública eficaces que ataquen las causas que provocan enfermos por hipertensión, cardíacos, metabólicos, obesos, diabéticos, cánceres prevenibles y accidentes y violencias, y controlando los enfermos para evitar descompensaciones que al final aumentan demandas de servicios que llenan los hospitales.
2.- Estructurar un modelo de gobernanza en que “el dueño”, representado por el Estado controle la eficiencia y calidad de la gestión, con objetivos e indicadores de resultados en “beneficio de la gente”. Los administradores deben comprometer “contratos de gestión” con “directorios empoderados, profesionales y representativos”, y responder por el resultado de su gestión; los directorios de los hospitales deben negociar “mayores presupuestos” ligados a volúmenes de actividad, eficiencia, niveles de endeudamiento, listas de espera AUGE y no AUGE, calidad y niveles de satisfacción de la población.
3.- Profesionalizar la alta dirección de los hospitales, a través de la alta dirección pública, eligiendo directivos por competencias, empoderándolos para terminar con la captura de los gremios de los hospitales. Cada gobierno cambia a más del 50% de los directores de hospitales nombrados en el gobierno anterior.
4.- Cambiar los modelos de financiamiento, incorporando marcos de incentivos que logran altos índices de productividad y calidad en los servicios que entregan. Priorizar inversiones en tecnologías costo-efectivas e invertir en hospitales asegurando previamente los especialistas.
5.- Redefinir un pacto laboral con los trabajadores y profesionales de los hospitales, que mejoren las rentas y hacerlas competitivas con el sector privado, vinculándolas a la eficiencia, calidad y satisfacción de los usuarios.
6.- Comprar con modelos inteligentes servicios al sector privado para reducir colas y hacer benchmarking por eficiencia, calidad y satisfacción.
La crisis de los hospitales no sólo es financiera, ni producto del envejecimiento, es por falta de decisión política para hacer las reformas necesarias pero “es políticamente incorrecto y los gremios se oponen”. Sólo con un liderazgo claro de país y sectorial se puede abordar esta crisis.
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