Crisis migratoria en México y la oportunidad de la ONU

Crisis migratoria en México y la oportunidad de la ONU

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Por: Francisco Vicencio, Investigador Adjunto Centro de Políticas Públicas Universidad Andrés Bello

La reciente caravana de cerca de 10.000 centroamericanos que ya logró llegar a la frontera norte de México y que busca entrar a Estados Unidos, deja de manifiesto la gran debilidad institucional y económica que se ha perpetuado tanto en Honduras como en El Salvador y en Guatemala.

Por años, la población de estos países ha estado sumida en la pobreza y rodeada de violencia. Al mismo tiempo, han estado dirigidos por una seguidilla de gobiernos con altos niveles de corrupción y con la incapacidad de lograr algún grado de desarrollo para sus nacionales.

Por lo mismo, resulta legítimo que, ante tales condiciones de carencias de todo tipo, incluyendo de seguridad, familias enteras decidan migrar tanto en búsqueda de mejores oportunidades económicas como debido al temor fundado que los podría eventualmente convertir en solicitantes de refugio.

El apoyo de las organizaciones regionales –principalmente la OEA- y de la ONU a estos gobiernos institucionalmente débiles, fue incapaz de evitar este éxodo masivo, causando una crisis migratoria de proporciones en México. Por lo que ya se ha podido ver cómo esta caravana de migrantes ha dado lugar a manifestaciones de violencia, auge de nacionalismo en forma de rechazo, lo que se suma a una incipiente crisis humanitaria en la frontera norte del país.

En este momento, la ONU tiene la responsabilidad y oportunidad única de actuar rápida y eficazmente y, de este modo, evitar que esta crisis migratoria se transforme en un desastre humanitario, el que ya se ha producido en otros continentes. No hay que desconocer los casos de campamentos de refugiados que se han perpetuado por años en lugares como Kenia, Etiopía, Franja de Gaza, Tanzania, Sudán del Sur y Jordania, entre otros.

No se debe esperar hambrunas, problemas sanitarios, escaladas de violencia ni conflictos con múltiples muertes para intervenir, y la ONU tiene la oportunidad –y la responsabilidad- de actuar, a través de sus agencias y organismos especializados.

De otra manera, esta oleada migratoria puede pasar fácilmente a sumarse a la lista de situaciones en las cuales la ONU, como estandarte de la comunidad internacional, ha actuado tardíamente y ha salido a lamentar, como los casos de Somalia y Ruanda en los años 90 o de República Centroafricana desde el año 2012.

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