Por Abel Cortez Ahumada
El actual rock-pop latinoamericano da cuenta de una evolución rica en nuevas texturas y exploraciones, llegando a un sonido envolvente y de variadas complejidades. Ya no es esa fórmula de la guitarra estrella, con cortes brillosos y simples, que hacía clímax en un coro recordable. Ahora, el rock-pop incorpora una orilla alternativa, con guitarras ambientales, teclados potentes y claros guiños al funk, al progresivo, la sicodelia y el sonido clásico.
En esa esfera se inserta el quinteto de Cromático. La banda, oriunda de Los Andes, está compuesta por Víctor Acevedo en el bajo, Jorge Solari en las teclas, Christian Lazo en la guitarra, Ricardo Arévalo en la batería y Eduardo “Gualy” Vargas, en la voz y la dirección. La banda lleva mucho tiempo de ensayar, tocar y trabajar duro para llegar a un sonido que se escucha completo. Suena fuerte, pero con una potencia melódicamente tejida, desbastada de estridencias innecesarias. Aunque son excelentes músicos, ningún instrumento sobresale individualmente, ya que se acoplan virtuosamente en un sonido de conjunto, un power musical que tiene pasajes alegres y cadenciosos, como pulsos rápidos que atrapan, como pasa con uno de sus singles, Tiempo de Volar, que con sus bajos y teclados de inicio, electrizan y conmueven. El corte es parte de su primera placa, Tiempo de Volar, 2019 (disponible en todas las plataformas).
Cromático define su estilo musical como rock pop-gresivo. Interesante concepto. Una mezcla de rock pop oreja de alta intensidad, pero que conjuga un sonido más complejo, sin dejar de ser fresco y envolvente. Pasajes de teclados volátiles, bajos potentes y guitarras melódicas, acompasados de drums rápidos y luminosos, y la singular voz de Gualy coronando la escena. Se cuelan también algunos brillos oscuros, intercalados de forma precisa en algunas instrumentaciones.
Su hit “Betty Blue”, que pega muy fuerte, canta sobre aquella obsesión apasionada por el cuerpo-subjetividad de aquella bella mujer deseada, desplegado en el vértigo de un cadencioso rock energizado, situado líricamente en el preámbulo de una sensual noche de amor a consumar.
Sigo a Cromático desde hace un tiempo en festivales, bares y salas y no deja de sorprenderme lo que logran en vivo. Un show muy completo y redondo, donde la ejecución colectiva gira perfecto, con letras de amor y sensualidad, experiencias de vida, sensaciones cruzadas en la urbe hiperconectada, “tiempo de volar y sentir”, como se le oye por ahí.
Aunque su origen es una ciudad intermedia de la Región de Valparaíso, Los Andes está inserta en la red del flujo continental sudamericano, y el contexto de interconexión actual permite la simultaneidad, intercambio y consumo de ideas y sensibilidades de alcance global, generando una atmósfera latinoamericana para este nuevo rock pop híbrido, diverso y policromático. De hecho, saltan en marzo a su primera gira internacional, nada menos que a México, donde este tipo de estilos posee grandes exponentes y mucho público, país donde siguen por redes sociales a la banda.
Cromático ya está pensando en su nuevo disco, donde lo melódico cobrará aún mayor fuerza, explorando una veta indie, pero sin perder su estimulante y potente energía. Haciendo honor a su nombre, ahondarán conceptual y estéticamente en un color, una cromaticidad creativa que de seguro mantendrá la calidad de la senda ya abierta por su primer registro. Les deseamos éxito en su gira mexicana.