Por Hugo Rodríguez Bernal
Entre las fechas del calendario de la Historia hay otras de valor y significado geográfico y corresponde a los Solsticios y los Equinoccios, fechas, casi precisas que marcan los cambios de estación, en la mayor parte de nuestro planeta y justamente se aproxima una de ellas y es el 21 de Junio, para nosotros acá en el Hemisferio Sur es el solsticio de invierno, fin del otoño, inicio del invierno, pero el momento en el que se siente el cambio está algo corrido hacia el día 24 de Junio, el día de San Juan. Es el día más corto del año y la noche más larga del año. Algo parecido ocurre en Diciembre, pero al revés, porque el verano nuestro se inicia el día 21, pero se siente de verdad desde el 24 y por algo está ahí la Navidad.
Solsticio es una expresión originada en el latín solstitium que es Sol y statum que es estático, es cuando el Sol en su movimiento aparente se ubica sobre el trópico de Cáncer creando la estación del verano o vernal en el Norte donde tienen el día más largo y la noche más corta de cada año. En el Sur es el invierno o hiemal, la época fría.
En ambos casos los hombres efectúan rituales, celebraciones y tradiciones que giran en torno al Sol como símbolo de renacimiento y esperanza. Stonehenge es un yacimiento megalítico de más de 5.000 años de antigüedad, declarado Patrimonio de la Humanidad, que se ubica cerca de Amesbury, en el condado de Wiltshire, en el Sur de Inglaterra. El denominado “Templo del Sol” está formado por círculos concéntricos de piedras que llegan a tener cinco metros de altura y pesan casi cincuenta toneladas. Los especialistas dicen que una vez fue un cementerio, pero no se sabe a ciencia cierta cuál es la finalidad de esta estructura, lo único evidente es que su propósito está relacionado con la salida y la puesta del sol. Ahí llegan los venerables druidas, esos sacerdotes muy cultos de finales de la Prehistoria y principios de la Antigüedad, a efectuar solemnes ceremonias sagradas y cientos de personas de los alrededores a participar en los ritos y alabanzas. La Iglesia los prohibió en algún momento, pero en los últimos tiempos se han reanudado.
Acá en América se efectúa en el Perú el Inti Raymi (en quechua “fiesta del Sol”), es una ceremonia incaica celebrada en honor de Inti (el dios Sol), que se realiza cada solsticio de invierno (24 de Junio, en el hemisferio Sur). Los actuales pobladores de los países andinos, con la presencia de muchos visitantes extranjeros, continúan realizando esta tradición, ahora considerada una ceremonia de interés turístico. Al tratarse de una tradición inca, el Inti Raymi se mantiene como un rito para muchas otras comunidades indígenas de legado incaico, algunas de las cuales están asentadas en otras partes del antiguo territorio inca, como Ecuador, Colombia, Perú, el norte argentino (Jujuy) y Bolivia. Durante la época de los Incas, el Inti Raymi fue instituido por el inca Pachacutec en la década de 1430 dC, como parte de su reorganización político-administrativa del Tahuantinsuyu, el estado inca, y era un ritual para legitimar el control imperial sobre los pueblos sometidos. El Inti raymi del solsticio de invierno era uno de los dos mayores festivales celebrados en honor al Sol en el Cusco, la gran capital del Tahuantinsuyu.
Otro festival era el Capaq Inti Raymi, (fiesta del gran Sol) celebrado por los Incas en el solsticio de verano en el hemisferio sur (21 de diciembre). Según relata el mestizo peruano Inca Garcilaso de la Vega (1539 – 1616), el Wawa Inti Raymi significaba que el dios Sol renacía para dar inicio a un nuevo ciclo anual, el «tiempo circular inca» (debido a que no concebían el tiempo como lineal sino como un círculo cronológico) así como el origen mítico del Sapa Inca, quien fue enviado por el Sol (como dios ordenador de las acciones de las poblaciones del antiguo mundo). Su celebración duraba 15 días, en los cuales había danzas, ceremonias y sacrificios. El último Wawa Inti Raymi con la presencia del Inca fue realizado a partir del 21 de junio de 1535. En 1572 el virrey Francisco Álvarez de Toledo (1515 – 1584) prohibió esta fiesta (junto con las demás principales celebraciones originarias) por considerarla una ceremonia pagana y contraria a la fe católica. Se siguió realizando de manera clandestina.
En 1944, el intelectual y artista mestizo cuzqueño Faustino Espinoza Navarro compuso una reconstrucción histórica del Wawa Inti Raymi para atraer el flujo turístico al Cusco y como parte de la semana de esta ciudad, la cual incluye el Corpus Christi. Se optó por cambiar la fecha original (solsticio del 21 de junio) por el 24 del mismo mes, ya que en el gobierno del presidente Augusto Leguía se había decretado esta fecha como el «Día del Indio». Además, el 24 de junio es la festividad de San Juan, lo cual representaba un día no laborable y por tanto facilitaba la presencia del público. La reconstrucción se basa en la crónica de Garcilaso de la Vega y sólo se refiere a la ceremonia político-religiosa. Desde esa fecha en adelante (año 1944), la ceremonia vuelve a ser un evento público y de gran atractivo turístico. Aunque hoy conocemos a esta celebración con su nombre quechua de Inti Raymi, en realidad se trata de una festividad común a muchos pueblos prehispánicos de los Andes, y que seguramente precede con mucho a la formación del imperio incaico. También hay importantes celebraciones en Teotihuacán en México y en Tiahuanaco en Bolivia.