Por Hugo Rodríguez Bernal
El Nacimiento de Jesús en el año 1 (uno) de esta nueva era, la era Cristiana, marca el más importante “Antes y Después” de todos los tiempos. Desde entonces han transcurrido 2017 años, para muchos es una “eternidad” pero en las dimensiones de la Historia es poco tiempo, solo dos mil años y un poco más.
Las circunstancias del nacimiento de Jesús son muy especiales y sin entrar en la doctrina religiosa propiamente tal, son pocos los antecedentes históricos concretos de que se dispone; una serie de situaciones que efectivamente ocurrieron y que aparecen profusamente mencionadas en los evangelios como el reinado del primer emperador romano Cesar Augusto justo en esa época, otros personajes mencionados como Poncio Pilatos, Herodes Antipas, el censo efectuado en Judea, la aparición de un cometa y una serie de costumbres y tradiciones usadas en esos tiempos en esa región del Medio Oriente.
Jesús, hijo de María la Virgen, según la tradición cristiana por “obra y gracia del Espíritu Santo” nace en Belén la ciudad donde José el esposo de María debía presentarse por lo del censo con la ciudad llena y colapsada sin lugar de alojamiento en tan difíciles momentos con María encinta y por dar a luz, solo un pesebre muy humilde para ser la cuna de la persona más importante de la Historia.
En ese tiempo se usaba el calendario Romano que partía con el año 1 en la fundación de Roma que corresponde al 753 AC Antes de Cristo. Es decir, Cristo Jesús nació en el 753 del antiguo calendario, siglos después el Papa Gregorio Magno ordena crear un nuevo calendario con el nacimiento de Jesús como partida, esto en los Tiempos Modernos, los sabios de la época estudiaron cantidad de documentos y concluyeron el tiempo transcurrido desde el nacimiento de Cristo 1582 años. Esto no era exacto, tiempo después se ha concluido que hay un error de cuatro o seis años. Tampoco ocurrió el 25 de Diciembre, no se sabe con exactitud la fecha real del nacimiento de Jesús, solo aproximaciones, posiblemente habría ocurrido en Agosto o Septiembre, pero se aprovechó una antigua festividad pagana celebrada en el Solsticio de Invierno del Hemisferio Norte … poco después del 21 de Diciembre y establecer ahí la Navidad. Los Magos del oriente llegaron días después a rendir homenaje al Niño Dios el 6 de Enero y llevaron regalos, oro, incienso y mirra, de ahí la costumbre de los regalos a los niños. Todo esto mencionado en uno solo de los evangelios el de San Mateo. Muy parcialmente, San Lucas confirma parte de esta Historia.
Difícil celebrar en aquellos primeros tiempos en medio de hostilidades y persecuciones, pero al cabo de un tiempo el éxito del cristianismo lo llevó a dominar al Imperio de los Romanos por completo y ya entonces con un fuerte dominio eclesiástico
La tradición llegó a América ya desarrollada por los sacerdotes españoles y portugueses en Brasil. En Chile del siglo XIX era la fiesta más importante del año, con ceremonias en las afueras de los templos, con representaciones teatrales del nacimiento, Misa del Gallo y luego unas especies de fondas y ramadas navideñas, donde los niños hacían sonar sus pitos y cornetas para anunciar con alegría la llegada del Niño Dios con intercambio de frutas y objetos típicos del campo.
Adornos de claveles y otras flores y albahacas en las casas. También figuras en cartón de pájaros, ángeles, estrellas y otros objetos pintados y puestos en los salones, comedor y corredores de las casas.
El día 24 se asiste a la primera misa en la mañana, confesión y comunión, luego un almuerzo bien servido y todo el Mundo con sus mejores trajes. En las plazas de todo Chile, entre ellas la de Los Andes se instala una serie de tenderíos o puestos navideños, donde se vive un ambiente muy especial con olores muy diversos y agradables que al mezclarse dejaban un típico “aroma de navidad”.
Las ramadas se ubican por los cuatro costados de la plaza, armadas con maderas, palos, telas y tablas. A pesar de lo rústico de los materiales, los adornos de cientos de ramos de albahaca, y miles de claveles rojos y blancos, hacían pasar inadvertidos esas debilidades y favorecían notablemente el “aroma de navidad”. Contribuye también a este espíritu navideño tan aromático el Ponche de Culén, el néctar de duraznos y ciruelas, algunos con malicia, alfajores con dulce de leche y de guindas, frutas seleccionadas, manzanas bañadas en almibar, entre muchas otras delicias populares. Regalos, solo a los niños y muy simples.
También se encontraban matracas, cornetas de cartón, muñecos de trapo rellenos, con paja. En algunas ramadas se venden camisas de lino, corbatines de seda, echarpes de lana, medias y velos para damas. La mayoría de los compradores era gente muy humilde, que con alguna de estas prendas arreglaba su indumentaria navideña. Importante era la presentación de grupos musicales que interpretaban cuecas y tonadas, algunas relativas a la Navidad y otras sin relación alguna con la festividad. No se usa el árbol de pascua ni se habla del “Viejo Pascuero”… aun.
Niños y adultos se servían pasteles, jugos y sabrosas tortillas de rescoldo untadas con mantequilla y pebre. Así transcurría la tarde noche del 24 de Diciembre, hasta que cerca de las 23.30, poco antes de la Media noche repican las campanas de Santa Rosa llamando a los feligreses a participar de la Misa de Nochebuena. Ceremonia muy especial con adoración al niño Jesús antes de iniciar la misa propiamente tal que termina cerca de las dos de la madrugada.
El día de Navidad, el 25, en cada hogar, el desayuno era a las diez de la mañana, con tortas, chocolate con leche caliente para los niños y café con aguardiente para los grandes. Después se colocaba al niño Dios en el pesebre que se armaba sobre una mesa del salón y toda la familia de rodillas procedía a su adoración. La fiesta, como era costumbre del campo, termina en un almuerzo al aire libre, con asado de res, muchas ensaladas y postres de tortas.
Que lindas esas navidades, del siglo XIX, tranquilas, sin grandes compras, sin estrés, ni trabajos de última hora y con la familia reunida en paz y serenidad y celebrando al que está de cumpleaños, el Niño Dios.