Por: Annika Schüttler, jefe Proyecto Smart Energy Concepts
El rubro agroalimentario chileno se encuentra en constante crecimiento y cada día gana más relevancia, siendo hoy el principal sector exportador después de la minería del cobre.
Sin embargo, también es un sector cuyos procesos productivos son intensivos en la generación de emisiones de CO2, siendo uno de los más perjudicados por el cambio climático, producto de estas mismas emisiones.
Para hacer frente a este complejo panorama, los productores del mundo agroalimentario enfrentan un doble desafío para mantener su competitividad: cumplir con los estándares de sustentabilidad exigidos por los mercados de destino, bajando al mismo tiempo sus costos de producción.
¿Cómo enfrentar este reto? A través de una gestión y un uso eficiente de la energía utilizada en sus procesos productivos, lo que le permitiría reducir sus costos y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero que genera el sector.
Sin embargo, la industria agroalimentaria nacional enfrenta una serie de barreras que limitan la integración de la eficiencia energética en sus procesos. Un gran número de empresas del sector tiene un comportamiento estacional donde los procesos productivos se concentran durante unos pocos meses del año, lo que conlleva a que las empresas tengan el foco puesto en la producción, dejando el análisis de proyectos de eficiencia energética como actividad de baja prioridad.
Más aún, muy pocas empresas miden y disponen de datos concretos e indicadores energéticos, que pudieran facilitar la evaluación certera de proyectos de eficiencia energética.
Según el informe “Escenario energético del sector agroalimentario”, elaborado por Smart Energy Concepts -proyecto ejecutado por la Cámara Chileno-Alemana de Comercio e Industria- y la Agencia Chilena de Eficiencia Energética, existe un potencial de ahorro energético de un 16% considerando diversas medidas que incluyen las de Cogeneración. Incluso, a través de la experiencia se ha podido constatar que, en muchos casos, el potencial de ahorro es mucho mayor y se acerca más bien al 50%.
Además de esto, muchas empresas cuentan con un importante potencial para aprovechar fuentes renovables (ERNC) como medios de generación para autoconsumo y/o venta a la red eléctrica. En este contexto está cobrando mucha fuerza la energía fotovoltaica, debido a la excelente radiación solar que existe en gran parte de Chile. La mayoría de las compañías del sector agroalimentario tienen la ventaja que cuentan con el espacio necesario para estas instalaciones, que además actúan como una herramienta de marketing para ellas.
Como es posible observar, hay mucho por hacer. Por eso, es clave fortalecer a las empresas de la industria en el desarrollo de planes de optimización de sus procesos productivos y en la implementación de tecnologías que aporten a la disminución de emisiones de CO2.
Sin duda que la industria presenta un gran potencial para mejorar su competitividad a través de la eficiencia energética, pero es necesario educar y contar con apoyo que facilite el financiamiento del sector, donde el 80% corresponde a micro y pequeñas empresas, además de un ente regulatorio que estimule la medición y verificación de datos de consumo, ya que solamente con el manejo de esta información se puede llegar a una provechosa implementación de proyectos de Eficiencia Energética a nivel nacional.