Por: Ps. Víctor Cortés Zapata.

Frei Betto, ex sacerdote jesuita brasileño, hoy periodista, a fines de los ’60, durante su ministerio religioso, escribió un llamativo libro que tituló “Fidel y la Religión”, haciendo una novedosa crónica sobre la sólida formación valórica católica que recibió, junto a su hermano Raúl, el entonces Presidente de Cuba, Fidel Castro Ruz, en su internado de doce años de estudios primarios y secundarios en el Instituto de Educación Jesuita, que funcionaba en Santiago de Cuba. Según el autor, luego de un intenso, profundo y prolongado análisis de largas entrevistas realizadas a la persona y sobre la personalidad del Comandante cubano, se convenció, y así lo escribe, de estar frente a un hombre bueno, dotado de una sólida moral individual, rasgo de naturaleza ética que proyectaba hacia el campo social, materializando de esa manera, los reconocidos y validados principios democráticos que representó la revolución francesa, destinado a un pueblo que había estado sometido a largos y crueles periodos de gobiernos dictatoriales, habiéndolo convertido en el humillante “patio trasero” de Centroamérica. En su exégesis sobre el líder cubano, Frei Betto llega a considerarlo un verdadero apóstol de la noble causa política, económica y social, en la conducción de su isleño país. Por ello, invita a sus lectores a desprenderse de los prejuicios ideológicos, para juzgar al entonces joven abogado que, obligado por las circunstancias históricas, tomó las armas, encabezando un grupo inicial de revolucionarios que gradualmente se incrementaría con participación de jóvenes extranjeros, como fue el caso del idealista médico argentino Ernesto Guevara, el que llegaría a ser conocido por su nombre legendario, el Ché Guevara, internándose en Sierra Maestra, la enmarañada selva tropical, desde donde por largos años se refugiaron para combatir a las fuerzas militares del Dictador Fulgencio Batista, hasta lograr derrotarlo, entrando triunfantes a la capital cubana, el 1º de Enero de 1959.

Hoy, Barack Obama, presidente de EE.UU. de Norteamérica, ha convenido restablecer relaciones diplomáticas luego de más de cincuenta años de encontrarse suspendidas a raíz de la proclamada condición socialista de la nueva república de Cuba que diera a conocer Fidel Castro a meses de su instalación. Este importante paso que involucra intercambio comercial, financiero, cultural y educativo, entre ambos tan diferentes regímenes políticos, puede dar lugar al esperado alzamiento del bloqueo económico impuesto unilateralmente por Norteamérica sobre la Isla, en una medida que hasta ha alcanzado a los medicamentos, convirtiéndose de hecho en el principal obstáculo para el progreso material de Cuba.

Un comentario aparecido el jueves último en el diario El Mercurio de Santiago, redactado por el conocido escritor Cristhian Warnken, señala una contundente crítica a la forma que se ha conducido “el proceso revolucionario” en Cuba, llegando a afirmar que la “lista de presos políticos” en la Isla, alcanzaría a toda la población cubana. Abunda hechos relatados en un libro de una escritora cubana, de prácticas estatales que rayan en la inhumanidad, lo que lo mueve a considerar como un fracaso histórico toda la épica revolucionaria isleña.

Respetando su opinión, cabe preguntarse qué significado podría tener el alto nivel científico y académico alcanzado en Salud y Educación en Cuba, la gratuidad universal de las mismas para toda la población, la usual y noble ayuda internacional de médicos y profesionales de la salud enviados a países latinoamericanos como Chile, Bolivia, Venezuela, Paraguay, etc., en Asia, África. Y todo este progreso tecnológico e investigativo se ha logrado superando las serias limitaciones impuestas por el bloqueo económico a este pequeño país, el que está ad portas de terminar. Es pertinente también preguntarse por la forma en que se ha desarrollado la educación física y el deporte en Cuba, lo que le ha valido destacar incluso en las Olimpiadas celebradas internacionalmente. Es difícil comprender una conducta sumisa en un pueblo caracterizado por la forma extrovertida y alegre de convivir. Ahora, son evidentes las carencias materiales que se pueden fácilmente observar en la Isla. Pero, ¿se podrá afirmar que en Cuba todos son presos políticos? ¿Cuál es la verdad?

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