¿CUÁNDO Y CÓMO SE ESCRIBIRÁ TU HISTORIA?

¿CUÁNDO Y CÓMO SE ESCRIBIRÁ TU HISTORIA?

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Por: José Ramón Toro Poblete, Profesor Liceo Max Salas.

En la medida que nuestra vida transcurre en el tiempo, cada uno, con sus dichos y acciones va dejando una huella que, después de morir será recordada por los amigos y familiares hasta ir extinguiéndose y reduciéndose al círculo de los más cercanos e íntimos. Y, si estos (dichos y acciones) han sido gravitantes se irán traspasando hasta una tercera generación de familiares. En las familias se habla sólo hasta los abuelos, por ejemplo y, en raras ocasiones de los bisabuelos. Es una realidad casi común en la historia colectiva familiar.

Pero, hay personas que quedan inscritas en la historia colectiva de una ciudad, de un país y/o de la humanidad. Algunos por sus acciones nobles y otros por sus acciones difíciles de explicar por la maldad. Unas relacionadas con las Ciencias, otros con el Arte y Letras, otros con algún deporte, otros relacionados con su vida cristiana y, otros con la política. Así, podríamos enumerar a muchas personas desde antes de nuestra era cristiana.

En la medida que transcurre el tiempo, esa historia comienza a objetivizarse y contextualizarse. Así esa persona o nombre, adquiere un valor e importancia y pasa a ser citado con autoridad. Esto sucede con los grandes pensadores, artistas, religiosos(as), científicos, políticos o personas que sin cargo público han sido importantes en una sociedad.

La historia de nuestros contemporáneos (siglo pasado y actual) que han fallecido, aún no logran esa objetividad debido a muchas aprehensiones de quienes seguimos vivos. Por citar algunos nombres, me viene a la memoria Neruda, Mistral, Pinochet, Víctor Jara, Allende, el cardenal Raúl Silva Henríquez y, ahora último a don Patricio Aylwin recién fallecido.

Me asusta pensar que, algunas personas viven. Solo viven y, no se preocupan de dejar una huella en su entorno. Eso no es egoísmo ni es una búsqueda de eternidad inmanente.

Lo importante es estar consciente que nuestra vida debiera dejar una huella, una marca para bien de otros. Esto suena tan volátil y extraño porque la mayoría de las personas que, si se piensa en los hijos, solo se conforman en dejarles una buena educación (asunto muy noble, necesario y bueno), un bien raíz (casa u otro bien).

Pocos piensan en ser maestros de y para la vida de los demás. Ser un signo, no solo recuerdo, ¡Un signo!, que oriente, que sea un referente y no solo un ejemplo, escribo ¡Un Referente!, de modo que sea alguien en quien inspirarse, alguien que siempre permita repensar una idea, proyecto o una acción en el futuro.

De otro modo uno nació, vivió y murió. Solo eso. No se dio el tiempo de dejar algo mas profundo que sea un ancla en la búsqueda de la justicia, de la verdad y de la felicidad.

Una cosa es vivir y otra hacerlo de modo consciente. Si una persona solo vive, estará inclinada a la depresión, angustia, desdicha. Vivirá con dos trajes: en casa se vestirá de amargura y hostilidad y, en la calle, en su trabajo se pondrá el traje de felicidad y prosperidad. Y, díganme si esto no es cierto.

Un traje se usa y luce en la calle, ante la sociedad. El otro ¿El otro?, se lo pone en casa. Porque no logra ver su trascendencia y se enreda en el hoy. Sufre y se amarga con el hoy. Y, al resto de la familia, cual un agujero negro, lo subsume en su hoy.

Ahora bien, si pienso en mi Maestro y Salvador; Jesús, se le recuerda y cita por su Palabra. Se le recuerda por su gesto de la Fracción del Pan y, me asombra que los adolescentes tengan tan claro que “el pan no se tira” (algunos dicen que hay que darle un beso antes, si se llegase a botar), y la razón última está en Jesús. Jesús, hizo del pan algo tan especial que, (aquí me entenderán los gerentes y personas que tienen cargos en una empresa o reparticiones públicas) que, las reuniones desayunos ¡no son con pan!, son con galletas.

Jesús y mi padre son mis referentes. Uno en el campo de lo divino y, el segundo en lo humano. Dejaron una huella profunda en mi vida. Eso no lo puedo callar. Tampoco puedo callar que tengo el privilegio de ser profesor y formador de personas y, que estoy muy consciente que dejaré una huella en los corazones de los tantos de miles de adolescentes que, a lo largo de los años; han pasado por una sala de clases. Es un tremendo privilegio y grande responsabilidad. (Acaso no recuerda a un profesor que haya dejado una huella positiva en su vida?… muchos ex alumnos del Liceo Max Salas, hoy adultos, recuerdan a don Oscar Granadino, por ejemplo)

Y, por último, debo decir que su historia personal, sumadas a las de otros tantos de miles y millones de chilenos, quiéralo o no, será parte de la historia de nuestra patria.

Usted no es un número de Rut, es una persona que tiene Rut. No lo olvide.

Y, a propósito del fallecimiento de don Patricio Aylwin, ex¬ presidente de la república, no movido por el egoísmo, sino por la generosidad, respóndase:

¿Qué dejaré de importante de mi historia personal para mis más cercanos y para la ciudad?

¿Sustentados en qué dichos y gestos míos, escribirán mi historia?

Que sea feliz

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