Cuaresma, tiempo de esperanza

Cuaresma, tiempo de esperanza

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Por: Estanislao Muñoz.-

Volveré sobre el tema de la Cuaresma, igual “que mono porfiado”, porque creo que le debemos descubrir un nuevo rostro a este periodo, no por un problema de márquetin, ni para hacernos los simpáticos o modernos, sino para preguntarnos como la vivió Jesús y hacer hoy con El, ese mismo camino y dejar de una vez por todas de dar esa visión lastimera, dolorosa y oscura que damos los cristianos para estas fechas tan importantes como es enfrentarnos ,a lo que podríamos llamar “La Misión”. A que vino Jesús y para que estamos nosotros, jugando un papel de sus discípulos o seguidores o creyentes, creyentes en EL, no en principios filosóficos ni teológicos , creemos y seguimos a una persona.

No es el Derecho Canónico nuestra hoja de ruta, ni las visiones de tal o cual santo, ni los Documentos de Aparecida o de Medellín ni aun los del Concilio Vaticano II, que son muy sabios. Hace tiempo que mi Iglesia necesita un harnero, para separar la paja del trigo. Nada tengo en contra de San Expedito ni contra la Procesión de Andacollo, menos contra La Tirana, pero me gusta más María cuando dice en forma tan simple y sencilla:”Que se haga en mi la voluntad de mi Señor”, a prueba de tontos como diría un amigo. Pero volvamos al tema que nos convoca, La Cuaresma. En forma muy simple, son los cuarenta días que van desde lo que llamamos “El Miércoles de Ceniza”, hasta la entrada a Jerusalén que llamamos en sentido litúrgico el “Domingo de Ramos”. Se simboliza este periodo con el pasaje del evangelio donde Jesús es llevado por el Espíritu Santo al desierto, donde pasa cuarenta días sin comer y es tentado por el demonio. (Lucas 4,1-13). Luego vendrá el tiempo de Pascua, no confundir con Navidad, Pascua es el paso de la Muerte a la Vida o Resurrección y Navidad es Nacimiento. Este periodo debe tener un aspecto de conversión, pero no en el sentido tradicional que conocemos, en el cual el sujeto deja de ser el, Claro que la conversión es un cambio, pero no es un cambio solo hacia el interior, ello se debe notar en el servicio y la atención al otro, el cristianismo no es una religión individualista que busca solo la perfección personal, solo cobra sentido pleno en él : “Amar a Dios y Amar al prójimo”. La conversión no es poner los ojos blancos, poner cara de tonto grave y entrar de rodillas al templo y otras manifestaciones de pseudo-religiosidad que solo dan risa y son un nulo testimonio de nuestras creencias. La conversión conlleva aparejada una reflexión sobre mi actuar y sobre mi vivir, pero ello debe ser muy simple y aterrizada, que mostremos el día a día, el golpe a golpe, el verso a verso. Nada de parafernalico, nada de espectacular, dantesco o pirotécnico. Tres puntos básicos para esta Cuaresma propone este simple mortal, los cuales se resumen en una palabra: MI PROJIMO, vale decir, mi mujer, mis hijos, mis compañeros de trabajo. Como es mi trato, mi relación, mi preocupación, mi atención por ellos. Como lo puedo hacer mejor, como puedo ver lo que no hago bien por ellos o que hago por ellos y lo puedo hacer mejor. Que simple puede ser esta reflexión-conversión de Cuaresma, por que Jesús es simple, fuimos nosotros los que complicamos las cosas .Entrar en esta dinámica no da pena, ni tristeza, ni visiones oscuras, ni lamentos ,por ello la Cuaresma debe ser de alegría y esperanza, ello no quita los desafíos que hay que enfrentar, pero no estamos solos en este camino, pues este camino lo hacemos con EL y al final de ello está la Vida, la Resurrección, la Pega bien hecha y por ello la Cuaresma es y debe ser Esperanza.-

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