“Y se dijo : “Volveré a la casa de mi padre y le diré: Padre, peque contra el cielo y contra ti, no merezco ser llamado tu hijo, trátame como uno de tus trabajadores”. Y el padre dijo; “Este hijo que estaba muerto, volvió a la vida”. Lucas 15,11-32.
Por: Estanislao Muñoz.-
Comentario.
Hemos escuchado mil veces este relato mal llamado del Hijo Prodigo, cuando debe llamarse del Padre Misericordioso. El muchacho hace zumbar la herencia que le dio el papa, producto del trabajo de su vida. Se la fumo y se la tomo toda, más otras cosas que no puedo relatar, para no escandalizar. Cuando se da cuenta la embarrada que se mando, reflexiona y se arrepiente y vuelve a pedir perdón. Primer paso en el tema de la conversión, que no es poner los ojos blancos ni andar de rodilla ni golpearse el pecho, sino darse cuenta que perdimos el norte, no teníamos la señaletica clara.”Se equivoco la paloma, en vez de ir al norte fue al sur”. Sin esto no hay cambio, tanto en lo personal como en lo estructural. Si cada empresario, si cada senador, si no nos damos cuenta, si no reflexionamos, si no cambiamos la estructura donde funcionamos, seguiremos creyendo que lo estamos haciendo de oro y cuando un cómico se ría de nosotros, nos enojaremos y seguiremos igual. Que haríamos nosotros con este hijo: “Yo lo levanto y lo dejo caer” o “de alguna forma me pagas el daño que hiciste” o “esta va a ser la farra más cara de tu vida”. Que hace el Padre, lo recibe y lo perdona: “Este hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”. No es la política de la manga ancha, es la política de los brazos abiertos, la Misericordia es tolerante, lo cual no dice que no sea exigente, y nosotros muchas veces hemos puesto primero las exigencia y luego la tolerancia, el perdón, la misericordia. Nos hemos llenado de normas, preceptos, reglamentos y otros y se nos ha olvidado el principal mandato: ámense, quierance, respetence, ayudanse, sean serviciales, atentos, preocupados unos de otros, como Jesús lo hace con Uds. Muchas veces pienso en la mama del Hijo Prodigo, que no sale en el texto, cuando desde la ventana de la cocina lo vio venir, esa intuición de mama le dijo, que ese joven que venía a lo lejos, bajo ese aspecto sucio, barbon, de ropas rotas y con olor a mierda de chancho era su niño, su bombom, su conchito, y se seco las lagrimas, esta vez de alegría, en su delantal y salió corriendo en su búsqueda. Me dirán que tengo exceso de imaginación, lo que pasa es que con las mamas, uno siempre se queda corto. Siguiendo con este tema de la Cuaresma y la Misericordia, unos amigos me hicieron una crítica positiva y dijeron: no será este un nuevo “slogan de tiempo limitado”, que empezamos como caballo de carrera y luego se diluyen ¿ y en realidad tiene razón, pues si nos descuidamos y no estamos en forma permanente revisando nuestra ruta y volviendo a la idea original, todo queda en buenas intenciones. Tenemos claro que la Misericordia es la base de la enseñanza de Jesús:”No vine a condenar al mundo” y nuestra religiosidad no tiene sentido sin ella, pero que ha pasado con “la opción por los pobres” o “los pobres no pueden esperar” y me refiero no solo a los pobres por carencias materiales, Francisco nos habla de “las periferias existenciales”, y no digo que no hemos hecho nada, solo me pregunto si hemos lo suficiente. También se dice “este es el tiempo de los laicos”, pero veo que, “no pinchan ni cortan” en las cosa importantes de la Iglesia, y la otra “somos una Iglesia en salida”, pero salimos para las puras procesiones o no lo suficiente. Pero la vida, a pesar de todo es hermosa y algo se avanza, pues así lo quiere el compañero Jesús, y además, el chiquillo se arrepintió del condoro que se mando, el papa lo perdono y esa mama lloro, pero ahora de alegría.