Ayer se dio a conocer el caso de un adolescente que falleció en Estados Unidos producto de una sobredosis de cafeína. Ingerir un café con leche, una gaseosa con cafeína y una lata de energética en sólo dos horas, fue la bomba mortal. Especialista de la Universidad del Pacífico explica los riesgos de consumir las llamadas “bebidas energéticas”, debido a su alta concentración de cafeína y otros químicos.
La oficina forense del condado de Richland en Carolina del Sur, Estados Unidos, emitió este lunes un comunicado en el que informó que Davis Allen Cripe, de 16 años, murió el pasado 26 de abril «por un problema cardíaco vinculado a la cafeína que probablemente le causó arritmia». Ello se habría producido luego de que el joven ingiriera una lata grande de Diet Mountain Dew (una gaseosa de Pepsi con alto contenido de cafeína), un café con leche grande de McDonalds y luego una bebida energizante no identificada. Quince minutos después de beber la lata de energizante, colapsó.
La docente de Nutrición y Dietética de la Universidad del Pacífico, Stefanie Chalmers, explica que entre los ingredientes de una bebida energética, la cafeína es el que hace más daño, sobre todo en los adolescentes. “La cafeína es un alcaloide y su consumo no es recomendado antes de terminar el desarrollo del organismo, por lo que estudiantes adolescentes podrían obtener perjuicios a largo plazo por su consumo”, advierte.
Una taza normal de café contiene entre 80 y 100 mg. de cafeína, más o menos lo mismo que reportan en sus envases las latas chicas de las bebidas energéticas. No obstante, según un estudio de Consumers Report de 2012, las bebidas energizantes pueden contener hasta 240 mg de cafeína.
Si bien no se recomienda el consumo de cafeína en niños y adolescentes, los máximos permitidos son claros. “En adolescentes, la dosis diaria de cafeína no debe superar los 100 mg. En el caso de los adultos, el máximo de cafeína al día es de 300 mg/día, por lo que, sumando los otros elementos incluidos en una bebida energética, pueden consumir máximo una lata al día”, precisa la nutricionista.
Las bebidas energéticas llegaron a Chile en 2001 y si bien al principio se pensó que estaban destinadas a suplir la energía que perdían las personas tras largas jornadas deportivas, hoy su uso se ha diversificado, lo que ha disparado su consumo. Muchos las utilizan para mantenerse despiertos y activos durante las fiestas, para aplacar los efectos de una salida nocturna, para estar más atentos en clases y hasta para preparar un examen o una importante presentación en el trabajo, debido a que tienen un efecto estimulante del sistema nervioso central, que se traduce en la sensación de energía para realizar alguna actividad.
“El cansancio excesivo suele darse por exceso de trabajo, horas insuficientes de sueño o déficit nutritivos que se dan por sustituir la alimentación balanceada por consumo de snacks y comida rápida, etc. Por lo tanto, la solución se encuentra en corregir estas causas de base y no en ofrecer al organismo una sobredosis de elementos compensatorios como la cafeína, que inevitablemente imponen un riesgo adicional a la salud”, aclara la docente de la Universidad del Pacífico.
LOS RIESGOSOS EFECTOS SECUNDARIOS
La nutricionista Stefanie Chalmers advierte que la ingesta regular de bebidas energéticas puede ser muy perjudicial para la salud y que por ello los consumidores deben estar bien informados y saber que, además, el ‘efecto rebote’ puede llegar a ser muy grande.
“El consumo de las bebidas energéticas debe ser responsable, ya que no sólo aportan ‘energía’ (calorías), sino que además contienen sustancias estimulantes del sistema nervioso central como la cafeína, que se vincula con un efecto rebote o depresor luego de unas horas de su consumo. Es por eso que el estudiante o trabajador que desea usar estos refrescos debe considerar ese efecto no deseado. O sea, que después de rendir un examen o luego del trabajo no puede irse conduciendo a su hogar, porque hay un porcentaje de riesgo”, recalca la especialista.
El consumo excesivo de bebidas energéticas puede tener una gran variedad de efectos adversos, principalmente generados por su alto contenido de cafeína. Según estudios realizados en la Universidad Johns Hopkins, su ingesta desproporcionada ocasionaría cambios en el ritmo cardíaco, aumento de adrenalina, deshidratación, gastritis, daños y alteraciones en nervios y riñones, entre otros.
“Los efectos nocivos del consumo de cafeína a corto plazo pueden darse a cualquier edad. Dentro de ellos, está la dependencia que puede causar, el riesgo cardiovascular y las consecuencias neurológicas asociadas a ingestas que bordean los 550 mg/día, lo que podría conducir a repercusiones graves inmediatas en personas susceptibles”, asegura Chalmers.
Otro de los elementos que hay que tomar en cuenta es la taurina sintética, que está presente en cada lata de bebida energética en una concentración del orden de 1000 miligramos. “La taurina es un aminoácido que el organismo utiliza abundantemente en situaciones de estrés y durante la actividad física. Se recomienda no superar la ingesta de 100 a 150 mg/día en un adulto. La taurina está presente en los alimentos ricos en proteínas como los huevos, leche, carnes y las algas, y además el organismo es capaz de producir taurina, por lo que bajo condiciones fisiológicas su consumo concentrado en bebidas no es necesario y hasta podría ser riesgoso”, apunta la experta.
Por último, la docente de Nutrición y Dietética de la Universidad del Pacífico advierte sobre la combinación mortal entre el alcohol y las bebidas energéticas. “El consumo combinado de bebidas estimulantes (energéticas) con bebidas depresoras (alcohólicas) puede fomentar un consumo excesivo de alcohol, imprimiendo una falsa sensación de control y sobriedad, manteniendo falsamente equilibrado el funcionamiento orgánico y corporal en los límites máximos de tolerancia, lo que es un riesgo para cualquier persona saludable y, más aún, para quienes sabiéndolo o no, tienen mayor riesgo cardiovascular o son portadores de enfermedades”, concluye la nutricionista.