Por Mónica Canales, Directora de Carrera Facultad Enfermería U. Andrés Bello
En verano, el sol es implacable. La preocupación por el cáncer de piel se acrecienta, por ello los hallazgos de lunares sospechosos o ciertas manchas detectadas en forma temprana es la clave para el tratamiento exitoso del cáncer de la piel.
Un autoexamen de la piel es por lo general el primer paso en la detección de esta patología.
En Estados Unidos, la incidencia del cáncer de piel ha alcanzado dimensiones epidémicas, uno de cada cinco estadounidenses contrae cáncer de piel en el transcurso de su vida. En nuestro país, el problema no es menor, la Organización Mundial de la Salud indica que en los últimos cinco años, la tasa de cáncer a la piel en Chile ha aumentado de 20 a 25 casos por cada 100.000 habitantes, ubicándose como el tercer cáncer más común.
Se estima que a los 18 años, un joven chileno ya ha recibido la radiación equivalente a lo que debió recibir en 50 años. Además, el 90% de todos los cánceres de piel, se debe a la exposición a la radiación ultravioleta.
Se sabe que la mayoría de los cánceres de piel aparecen después de los 50 años, pero el daño que provoca el sol en la piel comienza mucho antes. Por consiguiente, las medidas de protección para prevenir la posterior aparición del cáncer de piel se deben tomar desde la niñez.