“La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza” (Laudato Si´, 215).
Capítulo sexto- Educación y espiritualidad ecológica
Este capítulo final de la Encíclica Papal constituye el núcleo mismo de la conversión ecológica, intención central de este escrito papal. Y es que la raíz de la crisis cultural es profunda y no es fácil rediseñar hábitos y comportamientos. La educación y la formación siguen siendo desafíos básicos: «todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo» (15). Deben involucrarse los ambientes educativos, ante todo «la escuela, la familia, los medios de comunicación, la catequesis» (213). El punto de partida es «apostar por otro estilo de vida» (203-208), que abra la posibilidad de «ejercer una sana presión sobre quienes tienen poder político, económico y social» (206). Es lo que sucede cuando las opciones de los consumidores logran «modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto y los patrones de producción» (206). En este sentido, S.S. invita a una actitud reflexiva en la adquisición de los bienes y productos; tenemos el poder para decir no a la manipulación publicitaria cuando ésta no considere el sano equilibrio de consumo y ecología. A este respecto, no se puede minusvalorar la importancia de cursos de educación ambiental capaces de cambiar los gestos y hábitos cotidianos, desde la reducción en el consumo de agua a la separación de residuos o el «apagar las luces innecesarias» (211). Y es que «Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo» (230).
En esta no necesaria, sino imprescindible actitud de que «La sobriedad, que se vive con libertad y conciencia, es liberadora» (223), así como «la felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida» (223), no estamos solos. Los santos (arquetipos de evolución espiritual a las que todos estamos llamados) nos acompañan en este camino. San Francisco, mencionado muchas veces, es el «ejemplo por excelencia del cuidado por lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría» (10). Pero la Encíclica en este capítulo recuerda también a San Buenaventura, Santa Teresa de Lisieux, San Juan de la Cruz, San Juan Pablo II.
El IX tema de este último capítulo de Laudato Si’- Más Allá del Sol- nos recuerda nuestra transitoriedad, nos dice implícitamente de que somos exiliados de la verdadera Patria; sí, al final de nuestro peregrinaje en la materia, nos encontraremos cara a cara con la infinita belleza de Dios. « …viajamos hacia el sábado de la eternidad, hacia la nueva Jerusalén, hacia la casa común del cielo» (243). Por ahora nuestra misión es cuidar nuestra Casa Común con el paradigma del dinamismo trinitario, es decir, viviendo “en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas”. (240)
Estimado (a) lector (a): ha sido una satisfacción interior significativa el haber compartido, a través de las páginas de El Andino, las ideas fuerzas de este primer documento pontificio sobre ecología, desde una óptima mística. Que nuestras luchas y preocupaciones cotidianas no nos impidan cuidar a través de nuestros pensamientos, palabras y actos nuestra Casa Común, siempre impregnada de espíritu maternal y belleza. Hasta nuestro próximo encuentro.
Por: José Alberto López Álvarez, Profesor de Castellano-Magíster, Educación Municipal de Los Andes