DE FILÓSOFOS Y POETAS Leer recrea una realidad alterna

DE FILÓSOFOS Y POETAS Leer recrea una realidad alterna

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Por: José Alberto López Álvarez, profesor de Castellano y Filosofía-Magíster

William Styron, escritor norteamericano autor entre otras obras de Sophie´s Choice (1979) llevada al cine en1982 bajo la dirección de Alan Pakula, declaró: “un buen libro debería dejarte con muchas experiencias, y algo agotado al final: vives varias vidas mientras lees”. Gran verdad es esta, verdad que está avalada por dos científicos que encontraron en diferentes investigaciones que la lectura reproduce una realidad alterna en el cerebro, ya que estimula las áreas de éste de tal manera que recrea una “realidad paralela” que permite el desarrollo de habilidades como la empatía, la productividad en el trabajo y hasta combatir la demencia. Se trata de los estudios realizados en los años 2006 y 2009 por Raymond Mar, psicólogo de la Universidad de York en Canadá y Keith Oatley, profesor de psicología cognitiva en la Universidad de Toronto. “La literatura ha sido en general ignorada por los investigadores, porque su función parecía ser únicamente la de entretener. Pero en realidad tiene un propósito más importante: simula situaciones que nos permiten entender a los otros (y a nosotros mismos), algo que aumenta nuestra capacidad de empatía”. Con esta aseveración ambos investigadores dejan explícito la indiscutible verdad de que los verdaderos lectores (aquellos que comprenden y meditan lo leído) son de una consciencia más expandida, capaces de un mejor discernimiento y con la percepción cierta de un mundo interior más bello y flexible frente a los fenómenos del mundo físico. Así, por ejemplo, según estos autores, “…los que leen ficción son capaces de tener más “teoría de la mente”, que es la capacidad de soportar opiniones, creencias e intereses aparte de los propios”. No podría ser de otra manera, pues al leer ciencia ficción el cerebro va más allá del tiempo y del espacio conocidos para remontarse a posibilidades no sospechadas, todo lo cual ensancha la consciencia y permite aquella actitud de comprensión de que otros también tienen su propia realidad, tan válida como la nuestra.

No es sorpresa alguna de que los lectores profundos sean mejores personas. Y es que a través de la lectura han experimentado las vivencias de otros seres y a través del ojo de la mente, con la abstracción peculiar del intelecto, han aprendido lo que se siente en otros contextos de existencia, en una especie de desdoblamiento del alma, de éxodo del temple anímico desde el cuerpo físico, experiencia cumbre de la mente humana que otorga la visión privilegiada de ver el mundo a través de otros marcos de referencia. Y es por esta, por esta sola razón que el verdadero lector es un hombre o una mujer agradecido, pensativo, capaz de experimentar lo profundo, lo íntimo, dable de metamorfosearse a sí mismo en el profundo ideal de la evolución física y espiritual.

En este momento en que escribo estas ideas pienso en Chile y en la capacidad de empatía de los chilenos. Tanta intolerancia, tantos escollos para la vida en paz, tanta violencia, tanta coprolalia en los adultos y en la juventud, tantos equívocos a todo nivel, ¿serán en cierta medida producto del precario hábito de leer buena literatura, de analizar lo leído y vivenciarlo? En esta larga y difícil faja de tierra el verdadero lector, el de la “lectura profunda”, constituye una especie en extinción. Chile cada vez lee menos comprensivamente y gran parte de la población, enmarañada en la farándula televisiva y en muchas teleseries banales, carece de una real capacidad de análisis y de una actitud de mayor reposo intelectual y espiritual que le permita una existencia más plena.

Soy un convencido que la lectura analítica de los buenos libros, especialmente los clásicos, por la excelsa sabiduría que contienen, moldean y perfeccionan el carácter, y carácter es destino, tanto a nivel personal como social. Bueno sería salir de tanta grosería y elevar la mente, bueno sería salir de esta especie de atrofia cerebral colectiva y ser un mejor país.

Finalizo estas incipientes disquisiciones de un tema tan relevante con una cita de la novela histórica, “Memorias de Adriano” de la escritora francesa de origen belga fallecida en 1987, Marguerite Yourcenar: “La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana, así como las grandes actitudes inmóviles de las estatuas me enseñaron a apreciar los gestos”

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